miércoles, 19 de abril de 2017

REVISTA EL MARQUÉS 32 AÑOS

LA CALLE REAL

Armenia, abril 19 de 2017


Revista EL MARQUÉS


TREINTA Y DOS AÑOS

Gilberto Montalvo Jiménez


Ineludible, el tiempo inexorable deja huellas indelebles que reivindican luchas, esfuerzos, tristezas, emociones, todas conjugadas como testimonio del tesón cuando se quiere algo.

Hace ya treinta y dos años aparecieron dos mozuelos imberbes, soñadores, inexpertos pero con unas ganas irresistibles por empeñar sus ímpetus juveniles en una empresa quijotesca  y para la época quimérica.

Jairo Elías Márquez y Álvaro Ortiz, compinches de travesuras en el colegio Robledo de Calarcá y fogueados en locución y algunos principios básicos de periodismo, querían emprender el camino de la  publicación  de una revista escrita y me buscaron como un encomendero de consejos, virtud que jamás he tenido así como muchas otras pues casi todas son escasas en mi reducida capacidad de arrojarme a las entretelas de las recomendaciones.

Jairo impetuoso advirtió “es una publicación deportiva que beneficie al Atlético Quindío y al deporte aficionado de Calarcá”

Sin mediar nada en un asalto me designó como director, creo  más bien porque era el viejo de la tribu por entonces y una lejana información de mi trabajo en el campo deportivo en la ciudad de Medellín.

“Yo seré el gerente y por supuesto el que busque el billete y Ortiz, el Jefe de redacción” subrayó.

En un golpe de estado diseñó la bandera ejecutiva de la publicación Y…?

Comenzó mi trabajo de director de la revista El Marqués, el que más me ha honrado en mi larga carrera periodística.

Dónde la editaremos?

En la imprenta de mi padre Carlos, dijo afirmativamente Jairo Elías.

Imposible le dije, la imprenta de Carlos es artesanal y solo sirve para textos en viejos chibaletes para tarjetas de felicitación o facturadores de tienda.

Conocía por entonces lo que era el dispendioso ejercicio  de los linotipistas porque estaba trabajando con Alberto Duque Ochoa en El Quindiano y, por supuesto, mi paso como editorialista y redactor del Diario del Quindío, ad honoren, por designios de la tranquilidad absoluta de Hernán Barberi Cano y de Pacho “Pipa” Arango Quintero.

Este rigor cotidiano en el ejercicio del periodismo en caliente me dejaban una claridad meridiana del asunto.

Sabía cómo Ferrer en el Diario del Quindío o Bonilla en El Quindiano, en medio del plomo caliente, horneaban  las “tiras” que  iban donde el armador para sacar las pruebas, las corregíamos con Germán Gómez Ospina y de nuevo las enviábamos  al linotipo para el correspondiente remiendo.

“Jairo, levantemos textos en linotipo y después sí los llevas a la imprenta manual de Carlos”, le advertí. Su testarudez era tal que me dijo que se encargaría de armarlos letra por letra en las viejas cajas de los chibaletes.

Y así fue, las primeras ediciones comprometían jornadas extenuantes de 20 o más horas juntando letricas para armar los textos definitivos. Sólo a Jairo se  le pudo ocurrir semejante empresa cuando ya teníamos al alcance la modernidad del linotipo.

Asi comenzamos los primeros pasos de lo que sería con el tiempo una revista influyente en el campo político de la región.

Uno de mis retos fue convencer a Jairo de que una publicación solo deportiva era sectorial y para la época se necesitaba un producto variopinto que tocara todos los temas, incluido por supuesto, el político.

LA POLITICA


Jairo Elías odiaba la política en el sentido estricto de la palabra y las discusiones fueron tales que tuvieron que pasar muchas jornadas para que entrara en razón de la necesidad de hacer una publicación heterodoxa.

Se enamoró de la política al igual que de Marleny Moreno. Después nadie podía sacarlo de allí, solo su infame muerte.

Era asiduo de los dueños del poder, lo pretendían de las campañas políticas y de alguna manera ejerció influencia en el desarrollo electoral  de la región en esa época.

Simultáneamente su visión de empresario lo llevó a buscar financiaciones y créditos y no sé que más riesgos para conformar lo que a la postre fue Impactar, novedosa empresa editorial, con modernos computadores y unas máquinas offset de última generación.

Se consolidó una empresa de impresiones pero siempre bajo la tutela de la revista  El Marqués que se constituyó en la columna vertebral de su solidez económica.


EL AMOR


En esos ires y venires, muchas veces en Tropicana, la discoteca de moda de Calarcá, era el sitio predilecto para tomarnos los tragos y escuchar la música, con la suerte de que por la carrera 25, sitio de ubicación, pasaban todos los días las estudiantes hermosas del Instituto Calarcá.

Una de esas chicas era Marleny Moreno Gómez, bella, ojos claros, mirada vivaz a quien había conocido con anterioridad en algún pasaje de mi estancia como director de radio en la Villa del Cacique.

Jairo de una se sorprendió con la belleza de la tierna niña que me saludaba con afecto y pidió que se la presentara.

Lo demás es historia. Jairo Elías Jr y Salomé dos retoños profesionales y la revista hoy bajo su dirección.

La publicación se consolidó y los mejores periodistas de la región vertieron con su pluma sus diferentes ópticas. Jairo fue demócrata en la diversidad de opiniones  y solo con su editorial marcaba las pautas del pensamiento de la revista El Márqués.

Todo iba viento en popa, Jairo se disponía a viajar a Cali a traer la más moderna máquina de impresión de entonces, cuando se atravesó el sicario que acabó con su existencia el 20 de noviembre de 1997.

La puta impunidad de este país enterró al periodista y dejó su memoria en un grisáceo indefinible.

No supimos la verdad y no se sabrá.

Rodeamos a Marleny y a los chicos un puñado de forjadores de la revista en ese momento crucial y no dejamos que el barco se hundiera.

Algunos con el tiempo tomamos otros rumbos pero nuestro espacio estará siempre ahí porque es nuestra casa y la hija de nuestras entrañas.


LAS GRANDES PLUMAS


No pocos ilustres que se fueron de este paso terrenal dejaron plasmada con su pluma los más disímiles temas, Miguel A. Capacho, su humor sardónico, exquisito estilo; Germán Gómez Ospina, sabiduría y profundidad; Jaime Peralta Figueroa, combativo y enhiesto; Libia Zuleta decencia y pulcritud; Luis Carlos Ramírez, fogosidad  generosa; Alfonso Osorio, cantera de cultura y honestidad sin par; Jairo Baena Quintero, poesía y prosa de alcurnia; Alirio Sabogal el chascarrillo inmejorablemente escrito; Gonzalo Uribe excelente periodista y valioso señor; Gustavo Jaramillo-Gujara-genio del periodismo deportivo.

Honraron, sin duda alguna, esta revista que ahora llega a sus treinta y dos años.

Quienes todavía transitan por las páginas dándole molde antes de cada salida siempre han sido leales a la publicación y cometería injusticia si hiciera una lista porque es interminable y me vería en el riesgo innecesario de las omisiones. Todos excelentes periodistas y mejores  amigos. Lealtad  sin contraprestaciones ni  sobresaltos.

Marleny Moreno, punto aparte.Tesón y voluntad de fierro- dénme la dispensa de escribirlo así- amiga, confidente, regañona, dama, madre y todo lo que se quiera agregar a una mujer digna de exaltación.

Ayer me envió el facsímil de la primera edición, estaba triste, acongojada, le respeté su actitud pero  le repliqué: “debes estar feliz, porque ahí la tienes y es tu soporte terrenal y sobretodo el emocional. No llores…ríe, has cumplido con tu deber.




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