LA CALLE REAL... 107 AÑOS DEL NACIMIENTO DE CARMELINA SOTO
LA CALLE REAL
31 DE OCTUBRE DE 2023
CIENTO SIETE AÑOS DEL NACIMIENTO DE CARMELINA SOTO "LA ALONDRA DE AMÉRICA"
(0CTUBRE
31 DE 1916 MARZO 18 DE 1994)
Con motivo de la presentación del libro HUELLA DEL CENTENARIO de Carmelina Soto Valencia a
instancias de la secretaría de Cultura del departamento y de la enjundia de la
desaparecida periodista LIBIA ZULETA GÓMEZ, el periodista Gilberto Montalvo
Jiménez realizó una charla sobre la Poeta de América el 12 de diciembre de 2012
en el Salón Bolívar de la sede del gobierno departamental.
ADAPTACIÓN
DE LA INTERVENCIÓN
Gilberto Montalvo Jiménez
Por
aquellas calendas del centenario de Armenia el alcalde Fabio Arias Vélez y su
grupo cultural decidió imponer la Violeta de Oro a la poeta Carmelina Soto
Valencia.
La
Violeta de Oro tiene un reconocimiento desde la Francia del siglo 19 y asumida
por los catalanes cuando a los mejores
bardos se les difundía su trabajo lirico en una publicación del mismo nombre.
Tiempos
después se institucionalizó como una distinción en reconocimiento a los grandes
vates y en Armenia se retomó la costumbre la cual duró poco.
Recibieron
esta distinción también los poetas Jairo Baena Quintero y Alfonso Osorio
Carvajal.
Se
tenía el temor, dada la irreverencia de Carmelina y su inclinación ferviente de
no aceptar lisonjas ni reconocimientos, que rechazara el homenaje, como en
efecto sucedió.
Sin
embargo, el jefe de turismo y cultura de la época Luis Fernando Ramírez
Echeverry y su asesor Jhon Jaramillo Ramírez, conociendo mi cercanía con la
poeta me encomendaron de manera casi ordenanzal que debía convencerla.
Acudí
como siempre lo hacía a uno de nuestros encuentros y en medio de disquisiciones
largas y argumentaciones de peso sobre su valía
y lo que podría considerarse como un desaire para con su ciudad en el
Centenario, aceptó.
Frente
a su poema A mi Ciudad, esculpido en
bronce en el Parque Sucre el 14 de
octubre de 1989 el pecho enhiesto de
Carmelina Soto recibió de manos de Fabio Arias la, en ese momento ya,
indeclinable distinción.
Carmelina
honró la Violeta de Oro.
Carmelina
era la tierra, Carmelina era Armenia, lo terrígeno, el amor, el grito
desgarrador.
Para
Carmelina Armenia era su todo.
Su
educación de normalista en Manizales le dio las puntadas iníciales a una
formación universal que le permitió los elementos básicos para emprender un
camino de lírica que la encumbró a las más altas élites culturales del
continente americano.
CARMELINA
AUDITORA.
No
pudiésemos imaginarnos a la grande poeta, a la ensayista de encanto, metida en
los anaqueles de la Biblioteca Nacional de Colombia auditando cifras.
Tal
vez fue una excusa para permanecer en medio de los libros auncuando su menester
oficial era el auditaje de la cuentas. Vaya paradoja.
Cuando
su madurez intelectual le permitía recrear sus poemas y su prosa de encumbrado
acento se conoció a Carmelina bolivariana y llegó Un Centauro Llamado Bolívar.
Vena
de historiadora crítica en la lírica al
mejor estilo del gran maestro Jaime Jaramillo Uribe. Le dieron contexto
sociológico a la historia y la apartaron con la crítica de los dogmas.
Bolivariana
reflexiva sin genuflexiones ante el ídolo, Lo aterrizó y lo volvió mortal.
Carmelina
era purista al extremo. Una frase en su sitio y con la sintaxis y el ritmo
adecuado entrelazando versos singulares en espacios circundados por la
elegancia.
Tuve
el privilegio de compartir largas charlas con Carmelina en su apartamento de la
carrera 17 entre calles 17 y 18 donde todavía existe el almacén Don Mario.
Llegaba
estoica y ponía en una pequeña mesa de centro adornada por flores una botella
de vino y venga la erudición de la maestra en marcha.
Un
día abordamos una conversación que propuse sobre su obra Campanas del Alba y
meditabunda sonreía para acelerar la vergüenza que le daban ciertos versos de
su autoría en aquella época. “no quiero verlos porque me hacen sonrojar”,
aducía.
Lo
que ocurría es que había llegado tal alto de la perfección
con su técnica y contenido que ahora la parecían flojos unos inmensos
poemas de la década del 40. Esa era Carmelina, honrada intelectualmente hasta
los tuétanos.
Recuerdo
que para la época circulaba el semanario Meridiano del Quindío con la dirección
de Evelio Henao Ospina, culto y disciplinado hombre de leyes y de letras.
Fui
su jefe de redacción…y otro encargo. “Búscate a Carmelina y pídele que nos
ayude con una columna semanal” dijo el director.
Obediente
con cierta cautela acudí ante la inmensa poeta.
Pese
a que el periódico era de orientación conservadora tenía en su haber
columnistas de diferentes disciplinas intelectuales y políticas por lo que
Carmelina aceptó. Cada ocho días iba sagradamente a su apartamento a recibir
las dos cuartillas escritas en su vieja máquina Olivetti.
Prosa
deliciosa, crítica y muchas veces desgarradora. Pensaba en avanzada, protestaba
sobre las inequidades.
En
el acto de presentación del libro Huellas del Centenario estaba Libia Zuleta,
la periodista que se convirtió en su depositaria por escritura pública de su
obra inédita. Libia tampoco está hoy con nosotros.
Carmelina
era experta en la Nada. Estoica y agnóstica.
No
perteneció al movimiento de los años sesenta con Gonzalo Arango, X504, Jota
Mario Arbeláez, Elmo Valencia o Pablus Gallinazus.
La
Nada de Carmelina era elucubrante, viva, sentida. Podríamos afirmar que fue
nihilista.
Discípula
del verdadero creador del existencialismo Soren Kierkegaard hizo de la nada la
ennoblecida capacidad para recrear lo concreto.
Fue
de cabecera Kierkegaard el danés que influyó en Sartre e incluso en
Dostoievski. La nada de Carmelina se sentía en sus poemas.
Carmelina
pese a que se formó en los momentos fulgurantes de los piedracielistas (1939)
jamás tuvo influencia en su poesía de estos grandes de la lírica nacional.
Guillermo
Valencia, Eduardo Carranza, Camacho Ramírez eran el oráculo, con razón, de la
poesía moderna. Carmelina marcó distancia en el estilo aunque no hay duda que
los tuvo como consejeros intelectuales a través de sus libros.
LA
HUELLA DEL CENTENARIO
El
libro histórico de Carmelina Soto Valencia.
Echó
mano de su capacidad de libretista de radio para a través de este estilo de
prosa depurada mesclada con lírica poética para reseñar las gestas de los
fundadores de la Armenia de sus amores.
Sus
libretos no tuvieron audiencia para la época del Centenario y fue, mucho tiempo
después, 23 años a lo sumo, que la perseverancia de Libia Zuleta puso al
alcance de todos una magistral obra.
Historiadora
del detalle, los comportamientos sicológicos de los colonizadores, el paisaje
agreste, todo hilvanado con sutileza de cirujana en sala de quirurgia.
Donosura, ritmo, musicalidad.
A
pesar de su agnosticismo Carmelina recrea con magistrales toques una semana
santa de la época con todos los detalles porque notariaba para todos las
creencias y la fe de los fundadores y sus familias y las de los primeros pobladores.
No
se necesita ser ni apóstata ni fiel para que un buen escritor pinte con su pluma
cualquier estampa.
Carmelina
fue llamada la poeta de América, respetada por todos sus pares. Hoy en
encuentros de poetas está inmanente la presencia de esta cuyabra de tonos
mayores.
Carmelina
hacía de lo increíble lo creíble, jamás hizo nada por encargo.
Carmelina
dominaba el idioma, tenía pureza al hablar y sobre todo era confiable, buena
amiga, límpida y profunda.
Maestra
por antonomasia su silueta al frente de su viejo Volkswagen jamás se borrará de
la mente de quienes la conocimos y amamos.
LA
SOLEDAD DE CARMELINA
Carmelina
aunque tenía muchos amigos vivía en la soledad, la misma que se autoimpuso.
Nada le hacía falta porque estaba en paz con todo. Taciturna, tierna en veces y
airada en otras, disfrutó ese encuentro con su nada un 18 de marzo de 1994.
Era
tal su purismo al escribir que me confió que demoró diez años, botando aquí,
señalando allá, tachando acullá para producir uno de sus más grandes poemas de
amor: LA CARTA
LA
CARTA
No he
muerto.
Vivo!
Vivir
es maravilloso
(Puede
ser hasta inútil, pero es bello)
Es
ocupar un sitio bajo el sol…
Un
sitio…
Y esto
del sitio bajo el sol no es poco.
Vivir
es una pasión.
Una
pasión tremenda.
Toda
ilusión se pierde, se abate, se diluye.
Solo el
hambre y la sed de vivir no acompañan.
Llama
voraz, sedienta inútil.
Única
ilusión.
Única
lámpara
de
nuestra noche irreductible.
En el
naufragio…solo su latido…
En la
noche su flama turbadora.
Su
fuerza. Su posibilidad definitiva.
Crucial.
Única.
Vivo!
Esta
verdad me exalta y me conturba.
Es
septiembre…y yo…vivo.
Porque
vivir no es solamente el hecho
de
tener un amigo o un hermano
Ni
haber el pan con nuestro sacrificio.
Vivir
es un esfuerzo apasionado.
Arduo
fuego. Brutal ejercicio.
Vivir
no es solo la palabra: Vivo.
Ni el
pequeño rencor de cada instante.
Ni
haber el trigo sin claudicaciones.
Ni
sufrir el oprobio con paciencia.
Vivir
es muy distinto.
Es
sentir la certeza, la confianza,
El
ejercicio, la vigencia irrevocable,
La
fuerza activa de ser
En acto
puro…unísono…inefable.
Sentir
el aletazo en flamas
De
nuestra propia sangre vengativa
en
nuestro corazón indefenso.
Arder…en
suma
y dejar
que la llama nos consuma.
Y
resistirlo con valor,
Con
dignidad y con dolor,
con
sed, con ansia, con ternura
con
amor,
con
denuedo
y… y…
con miedo.
Puede ser
todo esto
o algo
más o algo menos.
Puede
ser nuestro grito frustrado,
repetido,
perdido sin sentido.
No
importa!
Sólo
importa estar vivo
En cada
instante, en cada movimiento.
(Acto
vital de júbilo y lamento)
P.D.
Te
recuerdo.
No haz
muerto. Qué alegría!
Sientes
el son del tiempo,
Sobre
la piel la mordedura fresca,
en la
raíz del ser su sedimento,
su
rasguño infalible?
Te
recuerdo!
Te
recuerdo!
Sufres?
Trabajas? Te entristeces?
Te
recuerdo.
Yo
pienso en ti y me pasa por la mente
como
una nube grande el pensamiento.
(Nadie
puede sentir lo que yo siento)
Vives
Esta
sola palabra me conforta.
Ah…Y no
me olvides
Que
estoy aun sobre la tierra hermosa.
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