miércoles, 13 de mayo de 2015

EL PROFESOR YAKAMAN

Crónica casual

LA CALLE REAL
Armenia mayo 13 de 2015


EL PROFESOR YAKAMÁN

                                             Gilberto Montalvo Jiménez



Inició su denigrante periplo por este mundo como un vagabundo de nacimiento, analfabeta por decisión personal y “manero”, esos trashumantes que esconden debajo de una chaza baratijas pero que no disimulan si tienen necesidad de robar o atracar para poder sobrevivir.

Condenado a la desgracia de una vida paupérrima que incluso adobó con el mito de que una gregaria de primates lo amamantó mientras se perdía en una selva del oriente colombiano, entre basuras migró  de peregrino por esta vasta geografía oteando con su mirada de ave rapaz dónde podía aparearse para no dejar la costumbre de usurpar  virginidades de barraganas menores de edad. Costumbre que hoy mantiene. Y así dejó regada por todas partes una prole de bastardos.

Esta pobre lapa se aferraba de cualquier tizón encendido para poder mitigar la saciedad de llenarse los bolsillos a cualquier costo, cualquier día y en cualquier lugar.

Fueron muchas las fatigas del  mísero que escasamente pronunciaba la palabra mamá aunque no tenía la convicción de que esa persona que muchas veces vagaba de pueblo en pueblo vendiendo chucherías sí era  de verdad quien lo había engendrado. Algunos dicen que fue recogido en un basural en una madrugada cuando expósito lanzaba los primeros gritos porque nunca  lloró como es usual en  todos los bebés, solo lanzaba sonidos guturales de ultratumba en medio de  pústulas que emanaban irresistible hedor. Eso está todavía en investigación.

Después de muchos años de aguantar hambre y de tener por calle la sucursal de sus afugias vio en una plaza pública de un pueblo montaraz un culebrero que vendía pócimas para subsanar todos los males, arrebataba con arrobo y escándalo la atención de la familia Miranda mientras enfurecido retaba a Margarita, una culebra desdentada, a que le mordiera los huevos para demostrar que salía indemne por los poderes que dios le había dado y Jesucristo, en su infinita misericordia,  lo protegía para bien de la humanidad.

Encantada la escoria por el verbo fácil del iluminado se le acercó con timidez para ofrecer sus servicios como ujier con el interés de bañar y darle de comer a la culebra y cargar la caja de cartón donde se transportaban los malolientes menjurges, pócimas de ilusión y una que otra oración para prevenir los maleficios. No obstante a sabiendas que el maleficio era él en encarnación natural.

Ya de garitero del brujo se despertaron todas sus maldades, requisitorias para ser mala persona, timar a incautos y comenzar un camino denigrante y sórdido solo propicio  para sus andanzas de terror.

En el ir y venir  en el engaño y la estafa con el  culebrero que le brindó cobijo hizo su primera fechoría real de brujo en trance. Se robó la culebra del protector y huyó despavorido para instalar su propia mentira. Aunque no tenía el verbo del chamán birlado poco a poco fue encontrando en medio de “haigas”  toda suerte de galimatías, inentendibles discursos para “coger” pueblo.

Su destreza consistía en comprar cebo de res en las galerías, cocinarlo y ya derretido empacarlo en cajas de metal de segunda que compraba en algunos almacenamientos del destino final de los basuriegos.
Con ese truco sacaba muelas sin dolor, quitaba ulceraciones varicosas, prevenía el mal de ojo, encontraba la preñez de las estériles, la impotencia sería  cosa del ayer y toda cuanta barbaridad se atravesaba en su escaso numen.

Caminó de  pueblo en pueblo hasta que vio que la plaza pública no era lo pertinente para seguir con el engaño. No antes haber sido detenido por la policía en varias oportunidades y pasar largas horas en permanentes por estafar a incautos. Para este tipo era natural la cana y a sus escasos quince ya era habitante recurrente de estos presididos. Lo tenía como algo natural algunas veces como ventaja porque le proveían de alimento el que muchas veces se embolataba en la cruel calle.

Entre todas estas pilatunas y descaros se apareció  la salvación cuando conoció en persona al eminentísimo  profesor Kendur, un vivo de la más alta catadura que había montado un emporio en que no era sólo él,  era una marca que vendía en fiducia, maquila o membrecía para que explotaran al pobre ser humano que buscaba alivio para las penas del alma, el regreso del amor fugado, la recuperación del dinero perdido y el robo a los imbéciles entre los que se contaban empleadas del servicio doméstico, policías, periodistas, empresarios y toda suerte de cretinos que querían dejarse robar en aras de buscar la solución a sus problemas.

Época dorada de los Peter, Numar y cualquier cantidad de bribones entre los que se contaba por supuesto el más encumbrado: El profesor Kendur.

El sacamicas vio en este personaje un precursor, no tenía más que copiarle los trucos para engañar,porque su avezada experiencia de lúgubre personaje le daba todas las condiciones para ser “profesor” además tenía un excepcional privilegio: analfabeta e ignorante. Estaba el cuadro completo para asumir el nuevo rol.

Kendur lo vio siempre con recelo. Le tenía más bien conmiseración pero lo trataba a las patadas porque no le generaba confianza. Tenía razón. Sin embargo por conveniencia del próspero negocio del engaño lo enganchó y le enseñó los rudimentos de una “profesión” llena de truculencias mentiras y falacias.

Antes por la sugerencia de sus mentores entendió que la radiodifusión era el fuerte para el engaño. Fue así que Kendur se hizo a una gran red de emisoras en todo el país para evitar los pagos multimillonarios a las empresas de radio que alquilaban para entonces a destajo.

Convertido el pelafustán en “profesor” optó por el sonoro nombre del “profesor Yakamán”  Una de sus primeras sagacidades fue  asumir un deje brasilero que no solo le prendía importancia sino que halagaba a las virtuales victimas por aquello de la Macumba y el Vudú y contrató  los programas de radio, con toda suerte de sandeces, barbaridades y charlatanerías al aire que por infortunio de los pendejos dejaba réditos importantes al chusmero.

Ya graduado y socio de la trupé de malandrines comenzó un periplo por todo Colombia, luego  por el  sur del continente que le llenó los bolsillos a cuenta de los candorosos y uno que otro canazo, por supuesto, por ilegal y malandro, pero que con los billetes a borbotones que conseguía ante la candidez de sus “pacientes” sobornaba policías y jueces y logró burlar la justicia de Chile y Argentina hasta que la situación fue tan insostenible que la deportación fue su premio gordo.

En Ecuador cuajó por un tiempo. Pero estos sujetos son migrantes para que una vez las víctimas se dan cuenta de los engaños no puedan encontrarlos para sus correspondientes judicializaciones.

Luego de toda esta ruindad uno de sus socios había  adquirido una emisora en una importante ciudad del eje cafetero. En vista de deudas y negocios entre facinerosos esta importante radiodifusora paró en manos de Yakamán.

Ya los incautos de esta clase de salvadores de almas y de bolsillos comenzaban a desaparecer y nada mejor que Yakamán buscara refugio en esa emisora, antes prestigiosa, sin tener idea de comunicación, con la ignorancia pegada a su pellejo y su informe  figura de badulaque como impronta para la desgracia de ese medio de comunicación.

Hoy Yakamán, cuentan quienes se atreven a encender esa pocilga, funge de periodista, qué desgracia, es socio de la más influyente dirigente política de la región, tiene reclutados a destajo a una suerte de periodistas en desgracia que acudieron al inquilinato del bozal y la indignidad como conducta. Se pasea orondo en ruedas de prensa y es asiduo visitante de las escalinatas del pasajero poder.

Ha robado de frente a periodistas de reconocimiento y solvencia profesional como a uno, hoy viejo, quien le confió un dinero que se robó de frente y en reto a que hiciera lo que le viniera en gana cuando se apropiaba de la importante suma de dinero.

A lo mejor al comunicador en comento le dio miedo denunciarlo por temor a un “maleficio”

Alardea y veta periodistas, viola contratos, atropella. Silencia  comunicadores. Yakamán está ahí viviente dejó la brujería pública- la ejerce como clandestino- se camufla dedicado dizque al periodismo. Esa es la suerte de una profesión otrora respetable. Por fortuna ese fenómeno de Yacamán es  un listado de porquerías que de un momento a otro tendrán que desaparecer porque la mierda vuelve indefectiblemente al mismo basural de donde  salió.



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