LA
CALLE REAL
EL PERIODISMO LO HACE EL OFICIO*
Gilberto
Montalvo Jiménez
Por estos días en algunos escenarios de discusión
académica se ha venido desarrollando una especie de debate en torno al
periodismo que se viene ejerciendo en el país con muchas y consecuentes
observaciones que pueden ser materia de un sinnúmero de apreciaciones, por demás,
oportunas en este momento histórico del país.
Y no es de menor importancia
escudriñar el comportamiento de una manifestación del intelecto que tiene
relación directa con el desarrollo de la sociedad.
El periodismo es indiscutible vehículo de información y de generación de opinión, constituyéndose en uno de los elementos claves para el apalancamiento de una democracia aún incipiente y llena de vicios, que difícilmente podrán superarse en breve tiempo.
La reflexión debe venir, por supuesto, desde los propios periodistas, sus agremiaciones y los medios de comunicación que, para ser honestos, poco interés le prestan a la revisión permanente de su actividad.
Periodismo en estado de emergencia
Se ha llegado a la conclusión que el periodismo se encuentra en estado de emergencia por la falta de contexto, deficientes contenidos, se desconoce la historia del país y de contera la falta de formación integral de los comunicadores.
Si se repasa el formato de los grandes noticiarios de televisión no hay sino dos opciones que se repiten en todo. Una franja de noticias de trámite notarial, fútbol, shows, sexo, muñequitas ligeras de ropas, que hablan igual, ríen igual, visten igual. El contexto y análisis están por ninguna parte.
No existe otra visión de los acontecimientos y los que se han atrevido a capturar espacios de opinión sólo se les permite para noctámbulos.
La radio en la mañana trata de aportar al debate y se arriesgan a profundizar un poco.
La investigación es un modelo pasado de moda, lo hacen tímidamente El Espectador, Semana y a Cambio la cerraron porque estaba pisando callos. Nada más.
Aquí hay que admitir que los medios para abaratar costos tienen periodistas multipropósito que van de aquí a allá con los mismos salarios se dejan llevar por la comodidad y debido a su precaria formación son útiles para todo. A esto se llega, por supuesto, a un pésimo producto final.
Facultades de comunicación
Salta aquí la preocupación que dejara conocer María Elvira Samper cuando recibió, hace poco, el premio a la vida y obra de un periodista y donde dejó una sentencia en el auditorio en el sentido de sí las facultades se han convertido en un negocio de las universidades y no una cantera de formación.
Puede ser discutible esta afirmación, aunque la veterana comunicadora la lleva de la mano, además, de las pocas oportunidades que tienen los miles de egresados cada año.
En nuestro caso puedo advertir por experiencia propia, al tener bajo mi responsabilidad muchos egresados de la Universidad del Quindío que tienen formación integral pero con falta de progreso en el campo, donde el oficio es el que hace el verdadero periodista. Pero en términos generales, con revisiones de algunos factores del pensum, puedo decir que los estudiantes están saliendo a formarse con buenos fundamentos.
Pero no hay duda de que el periodismo lo hace el oficio.
Internet
La Internet es una herramienta más para ocuparla en el ejercicio del periodismo. Nada distinto. Es parte de la efervescencia de las nuevas tecnologías.
Lo que ha venido ocurriendo es que cualquiera es periodista en internet y allí es donde viene la preocupación porque el contenido lo dan los verdaderos comunicadores.
Un ejemplo claro de este fenómeno lo dio el boom de Wikileaks cuando entregó una serie de noticias o confidencias que de inmediato se convirtieron en un fenómeno informativo mundial. Pero esta situación no se originó porque hubiese provenido de este medio, sino porque los cinco más grandes periódicos del mundo pusieron a sus mejores periodistas, le dieron contexto, evaluaron, confrontaron, decantaron, filtraron y publicaron. De lo contrario nada hubiese pasado.
¿Periodismo un posgrado?
La discusión de si el periodismo pudiese ser un posgrado es bastante atractiva porque hay en los diferentes medios de comunicación en el país grandes periodistas venidos de otras disciplinas. Los ejemplos son innumerables y no importa indicarlos.
Un buen abogado, economista, sociólogo, médico y otros podrían con posgrado en periodismo ejercer esta profesión seguramente con mejor idoneidad. Está abierto el debate.
Vulnerabilidad en las regiones
El periodismo en las regiones es más vulnerable por la intromisión contenciosa de los poderes políticos y empresariales.
Los ejemplos son seguidos cuando las entidades oficiales combinan una nómina paralela para subsidiar a algunos personajes con el solo prurito de mantener una opinión saludable en su favor. En esto están equivocados. Los verdaderos generadores de opinión no se hipotecan.
Los medios deben asegurar su fortaleza económica y tienen que estar abiertos a todos los estamentos para mantener su independencia pero no negociando su prestigio y credibilidad. Y respetar a los comunicadores, además de que hay que tener creatividad para no caer en los abismos de la compra de conciencia del periodista.
A propósito, siempre ha existido una rivalidad profunda entre la redacción y el departamento de contabilidad.
Existen en el Quindío medios que se han ganado un espacio por su solvencia para no dejarse permear por los poderes locales. Verbi Gracia, el periódico La Crónica que en sus 20 años de existencia, ha mantenido cordial cohabitación con los poderes, pero simultáneamente una lejanía prudente que le ha consolidado su independencia sin necesidad de depender de la pauta oficial. Esto para ejemplificar al único diario local. Pero naturalmente debe de haber otros.
Entusiasmo...Creer y querer la profesión
Finalmente los periodistas deben tener entusiasmo en lo que emprenden, querer y creer en el oficio con profundas convicciones así muchas veces les puedan tildar de apasionados. No hay nada en el ser humano que no se pueda hacer bien sin pasión.
Reitero el periodismo lo hace el oficio.
No hay que caer en la tentación de arrimarse pecaminosamente al poder —concubinato nefasto—. A los poderosos de cualquier índole, hay que marcarles límites, deben de estar lejos. Por supuesto que no hay que enconcharse pero si ser muy cuidadoso.
La vanidad de ciertos periodistas los llevan a convertirse en la tentación del jet set, las fiestas, los cocteles, pero, mucho cuidado… estar en la pomada generará vulnerabilidad.
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Tomado del diario La Crónica
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Enero 9 de de 2011
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