sábado, 9 de marzo de 2019

UNA COMÚN ENFERMEDAD LLAMADA INCOHERENCIA


LA CALLE REAL
Armenia, marzo 9 de 2019




UNA COMÚN ENFERMEDAD SIN TRATAMIENTO IDENTIFICADA COMO INCOHERENCIA



Gilberto Montalvo Jiménez

En lugar de rara o huérfana existe una común y silvestre enfermedad incurable identificada como incoherencia. No hay tratamiento conocido hasta el momento que pueda conjurarla y pasarán siglos y habrá que modificar genéticamente en el laboratorio al género humano para insuflarle una dosis, aunque sea mínima, de coherencia, es decir simetría entre lo que se piensa y lo que se hace.

Esta situación es muy recurrente especialmente entre unos especímenes que han dado en calificar de políticos pero que no son más que unos mercachifles audaces de compraventa electoral y consumados acumuladores de vanidades.

Es silvestre en todo el país aquel reptil saurio que cambia de color y que identifican  como camaleón aunque hay que reconocer que  el departamento del Quindío es campeón mundial de la trashumancia desvergonzada y se ha convertido en el hábitat natural de estos ejemplares sinvergüenzas y utilitaristas.

Algunos admiten que podrían entenderse estas sanguijuelas porque en este país no existen partidos políticos sino empresitas de garaje fabricantes de avales electoreros.

Cuáles partidos? Se pelean reconocimientos de cocientes electorales para negociar al detal y con precios definidos con retorno de los contribuyentes los avales que les permite aspirar a cargos de elección popular, generalmente con el propósito concupiscente y  nauseabundo de enriquecerse a costa del erario.

Hay otros sutiles que recurren al ya desgastado trámite de la recolección de firmas con el artilugio del tal “grupo significativo de ciudadanos” sin percatarse de que eso se convirtió en una trampa a la ley electoral para volverse “visibles” hacer una especie de primera vuelta, torcerle el pescuezo a la financiación de las campañas y simular que marcan distancia con los “partidos corruptos” aunque existe la posibilidad y dejan la salida de emergencia de realizar coaliciones si así lo ameritáse el momento electoral.

Todos los politiqueros son idénticos, no hay derechas ni izquierdas, son ambidextros y los que se apodan de centro apenas malabaristas en cuerda floja.

En el “pedacito de cielo” calificado así por un politiquero mayor y capataz, el departamento del Quindío puede competir en el campeonato de la lagartearía y trashumancia. Hay de todas las tallas y colores, han pasado por cuanto cuartel electorero sin inmutarse; se  conocen sujetos que fueron conservadores, liberales, de la U, del Centro Democrático, “independientes”, otros que toda la vida han sido parasitarios de la coyunda corrupta y ahora invaden a partidos presuntamente moderados.

Estos tipejos cambian de marca electoral como de calzoncillos en las góndolas de remate en almacenes Éxito siempre, por supuesto, al costo de la candidez de algunos pero especialmente de la compra vulgar de los votantes.

En esas estamos, una democracia de papelillo, cooptada por la corruptela, inspirada en la vanidad y sobretodo en las ansias irrefrenables de robarse la plata del erario.

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