LA BESTIA
LA CALLE REAL
Armenia, noviembre 14 de 2018
Dada la inminencia de que “La Bestia” Luis Alfredo Garavito, recupere su
libertad publicamos estos apartes del libro inédito LOS DRAGONES DEL QUINDÍO
del periodista Gilberto Montalvo Jiménez
LA BESTIA
Y llegó el otro malparido. El engendro, la Bestia. Un malnacido de origen
espurio que fue parido por la unión de dos analfabetos que se la pasaban
rezándole al Señor Caído, una advocación lastimera de Jesucristo, para que
se llevara esa porquería que había
venido al mundo con una figura lánguida y daño de estómago permanente. Las
churrias no se hacían esperar porque solo mamaba de la teta de una anémica que
por supuesto le trasladaba todas las peores inmundicias al todavía feto aunque
ya había visto la luz del día.
¡Aleluya! había nacido otro peor que Tirofijo en las escarpadas lomas de la
fértil Génova de El Edén. ¡Hosanna! gritó el cura espantado que de una lo llevó a la pila bautismal y le
puso por nombre Luis Alfredo Garavito Cubillos. Como lo consideró conveniente
recitó en un latín inentendible a Juan 12:13, Mateo 21:9 y Marcos 11:10. La
usanza cuando nacen estos esperpentos. Pero lo santificó de una el clérigo y lo
dejó listo para que cuando se muera se vaya directo al cielo.
Cuando lo alzó para ponerle sal en la testa y dejarlo de una vez
matriculado en la santa madre iglesia católica, apostólica y romana el engendro
le disparó un chorro de orines en la
cara y ahí fue cuando soltó el granuja la primera carcajada de su vida. Entronizado quedó patentado para hacer
el mal el que iba puliendo a medida que crecía.
El padre un labriego indeterminado le propinaba fueteras por todas las cagadas que hacía la
rata y que se solazaba en desquite dándoles zurriago a sus siete hermanos que no
veían la hora de que se largara para la puta mierda esa viscosidad.
Cuando podía moverse solo y después de padecer malaria se hizo a una
cauchera de veinte ramales que usaba para echarle piedra a su padre después de
las golpizas, quebraba las vidrieras de la escuela rural y mataba pajaritos a
los que luego desplumaba para tragárselos crudos. Era una suerte de duende que
no se apaciguaba ni con los rezos del vecindario. Por el contrario aumentada su
crueldad con todo lo que se atravesara. Desde entonces era proclive a comer
carne cruda de todos los olores y sabores.
Algunas beatas de la vecindad se apiadaron de la rata y se la llevaron de
nuevo al cura pero esta vez para que lo
ordenara de monaguillo. En efecto quedó matriculado como miembro activo de la
jerarquía de la santa madre iglesia de cristo redentor.
En la covacha de la casa cural se tomaba el vino Moscatel de mala calidad
pero una vez consagrado. El cura para ahorrarse tiempo lo convertía en la sangre de cristo por galones. Había vino
para dar y convidar. Garavito se metía unas peas de amor dormido y aprovechaba
el sueño reparador del párroco para robarse los pocos denarios que los pobres
fieles dejaban en las alcancías por las veladoras que le encomendaban a la
virgen del Carmen. En estas iglesias hay que pagar por todo hasta para alumbrar
muñecos.
De un momento a otro desapareció del entorno como por encanto y cuentan que
lo vieron en el paraje Rio Verde comiéndose una culebra viva. Se la tragó de un
volión sin parpadear. Los peregrinos que desde entonces comían en el sitio
sancocho trifásico o de cola de marrano elevaron plegarias pensando que la
Bestia moriría pero solo pereció en el trance el pobre ofidio.
Nadie volvió a saber nada de Luisito, como le llamaba cariñosamente el
obispo cuando iba de visita a Génova.
Reapareció el hijueputa. En esta oportunidad hizo su entrada triunfal a
Bugalagrande un pueblo del centro del Valle del Cauca que solo tiene una
carnestolenda tenaz y una cantidad indescifrable de viejos sin camisa y en
arrastraderas que se sientan en sillas de mimbre en los andes de las casas a
esperar que venga por ellos el de arriba. El sacratísimo deberá tener mucha
paciencia porque esos vejetes duran una eternidad. Pero la paciencia de Dios es
infinita.
Tilín…tilín…tilán… Chicles, mentas, frunas, bombones a la orden…gritaba el
ganapán. Con la chaza en la barriga recorría las calles de su nuevo fundo pero
las ventas no llegaban porque los oriundos de Bugalagrande tienen una rara
enfermedad genética que los hace proclives a la diabetes.
En ese pueblucho tan pobre que inclusive le gana en prestancia Andalucía
que queda a pocos metros y donde hacen una gelatina de pata de res de la misma
consistencia de la personalidad del presidente Santos, La Bestia tomó rumbo
hacia Ceylán un paraje cordillerano cercano donde pensaba que su futuro estaría
asegurado. Allí encontró un mecenas que con desconfianza lo metió a la escuela
rural y alcanzó el quinto de primaria su máxima condición formativa y que al
decir de sus consejeros espirituales le podría dar la oportunidad de entrar al
seminario. Ser cura era su íntima vocación. Con el paso de los días La Bestia
mutó a El Loco, su nuevo reconocimiento público del que se ufanaba porque decía
con cierta mueca satánica que así le habían dicho a Cristo y se daba largas.
Quería ser su émulo. Todo criminal quiere parecerse a Cristo porque los mismos
evangelios han pregonado que los hombres fueron hechos a imagen y semejanza de
dios. Tienen razón porque para malo el
de arriba.
Nadie supo a qué horas desapareció de Ceylán.
Apareció esta vez en Trujillo un pueblo ultramontano del Valle del Cauca,
en las estribaciones de la cordillera
occidental. Allí cumplió los veintiún años, mayoría de edad, que le daba la
oportunidad de convertirse en ciudadano colombiano. El registrador le pidió la
Fe de Bautismo: Luis Alfredo Garavito Cubillos, Padres Manuel Antonio Garavito
y Delia Cubillos. No saben firmar. Pusieron una cruz.
Los persiguen las cruces a estos hijueputas.
En la nómina de los cuarenta y cuatro millones de homínidos de Colombia el
número que le tocó a la Bestia o el Loco es el 6.511.631.Ciudano colombiano con
patente para secuestrar, violar, torturar y matar.
Allí en Trujillo, sede de Leonardo Espinosa Saldarriaga, el más cruel
bandido de los años cincuenta a los ochenta y al que Gustavo Álvarez inmortalizo en su novela El Último Gamonal,
El Loco hacía los mandados al capo
conservador.
Espinosa era un viejo asesino que hizo una inmensa fortuna despojando de
las tierras a los campesinos liberales en las épocas de la Violencia y le dio la mágica condición de rey del feudo
trujillano. Había acumulado tantos enemigos pero nunca pudieron darle de baja pese a los 24
atentados que le hicieron y que dejaron un reguero de muertos en el centro del
Valle del Cauca pero menos el Gamonal.
Un individuo de su entera confianza apodado también El loco, (esto está
lleno de locos) era el sirviente general de esa peste y fue el único que pudo,
vendiéndose a unos sicarios, permitir la
entrada triunfal de los asesinos a la inexpugnable casa del viejo Leonardo y
allí le dieron chicharrón. Tres asesinos, entre ellos una hermosa profesora de
Cerrito, Valle, con la chapa de compradores de ganado le ganaron la mano al viejo cretino y en la
cama cuando quería reponerse para atenderlos lo dejaron tendido para secula
seculorum. No lo salvó ni la tutela de la iglesia parroquial que había sido
instalada gracias a su generosidad, frente a la casona de Leonardo y que servía para que un vigía desde el campanario
y al lado de nuestro señor Jesucristo le garantizaran la seguridad al
benefactor con rifles, ametralladoras y jaculatorias.
Todo junto.
Espinosa Saldarriaga días antes le había escriturado todos sus bienes al
hijo de El Loco, su amigo íntimo, su sirviente, el mismo que alcahueteó su
asesinato. Este otro bandido igual a Leonardo huyó despavorido, se internó en
los Llanos Orientales y viviendo como una rata en las alcantarillas murió de
muerte natural en gracia de dios padre.
Al enterarse de la muerte de El Gamonal Misael Pastrana Borrero, ex
presidente conservador como el difunto, lloró a moco tendido al conocer el insuceso y envió un condolido
mensaje a la población de Trujillo por la muerte de tan portentoso individuo.
La Bestia aprendió con tino algunas cosas que le servirían después en su
camino para las salvajadas que cometió.
Como era recurrente su cercanía con la sacra iglesia católica que servía de
alcahueta a los crímenes de Don Leonardo le acreditaron a La bestia o el Loco,
esta vez la chapa de El Cura.
Tenía todas las condiciones de maldad y corrupción para que lo elevaran a
la condición de sumo sacerdote.
Hecho el curso en una de las localidades más violentas del país migró hacia el sur el puto Cura.
Ecuador, Nariño, Valle del Cauca y después
Caldas, Risaralda, Quindío, Tolima, Santander, Boyacá, Meta y en fin
en cuanto recodo de esta geografía iba
dejando su estela de crímenes.
De paso por el Quindío hizo un extravío y mimetizado de labriego se fue a
su pueblo natal con el único objeto de vengarse. Allí deglutó a tres indefensos
niños, los torturó, mató y enterró.
Solo hasta hace poco el siniestro malparido hizo una obra de caridad con las afligidas madres de los difuntos y en acto de arrepentimiento frente a su dios, el mismo que le había ordenado los crímenes, les indicó dónde estaban los restos. En efecto en medio de dolores y angustias se encontraron los huesos de los menores como testimonio del recorrido de La Bestia por Génova, la del Edén, su tierra natal.
Solo hasta hace poco el siniestro malparido hizo una obra de caridad con las afligidas madres de los difuntos y en acto de arrepentimiento frente a su dios, el mismo que le había ordenado los crímenes, les indicó dónde estaban los restos. En efecto en medio de dolores y angustias se encontraron los huesos de los menores como testimonio del recorrido de La Bestia por Génova, la del Edén, su tierra natal.
Cuando se le seguían los pasos a El Cura, quien además tiene una petición
de extradición en Ecuador, estaba muy orondo en Villavicencio, un pueblo seco y
feo capital del departamento del Meta. De un momento a otro divisaron un
degenerado que estaba haciendo de las suyas con un menor. Casi se les escapa.
Huía entre los esteros como una rata en
desbandada hasta que los investigadores le dieron captura. Se encontraron con
Garavito, El Cura, La bestia, El Loco. En su paso demencial había dejado ciento
setenta y dos niños muertos por toda la geografía colombiana. Campeón del Mundo, el hijueputa a los Records
Guinnes fue a parar.
Se arrodilló clamante, pedía misericordia como todos los cobardes cuando se
ven atrapados. Insistió en su inocencia y pregonó que las torturas,
violaciones, secuestros y asesinatos los había hecho por orden del diablo. Le
guardó la espalda a El Supremo que es en verdad el que todo lo puede, todo lo
hace y quien le ordenó, como es de suyo
entendible, todas las fechorías al animalejo.
Dijo que era una víctima que lo habían violado de chiquito o por el
chiquito, no se entiende muy bien en la grabación del juzgado y las
transcripción quedó borrosa, pero no importa los cuentos de estos malandrines
están a la orden del día para defender sus fechorías
Fue condenado a cuarenta años y
aunque las penas por los delitos cometidos ascienden a mil ochocientos
cincuenta y tres años en este país no se podía penar en el momento de la
detención de esta rata a más de la sanción impuesta que preveía el código
penal.
Ya en prisión se ha salvado varias veces de que lo quiebren. En esas prisiones
odian a los criminales de su calaña, por eso deben mantenerlos en aislamiento
permanente el mismo que no hicieron las autoridades a tiempo, como todo en este
país, para evitar los crímenes del malvado. Ha estado en Cómbita, Valledupar,
La Picota. Se volvió notorio y su reconocimiento ha traspasado todas las
fronteras gracias al amarillismo de periódicos y revistas que lo han exaltado a
las cumbres de la fama universal por ser el criminal de niños más cruel y
famoso del mundo. Juan Pablo Segundo en su magnanimidad lo mencionó acongojado
en un Urbi et Orbi.
Se ha convertido, no se sabe a qué se refieren cuando hablan de conversión,
a la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Todas esas confesiones son la misma
mierda. Negocios y nada más. En nombre de dios estos malandros han hecho lo
mismo durante todas las épocas desde que esta vaina se conoce y así seguirán
hasta que el Supremo acabe con el nido de la perra y solo puedan registrar la
hecatombe los periódicos de Marte.
Garavito confiesa, da bendiciones y a escondidas en contradicción con su
nuevo credo recibe la comunión en las mañanas de los domingos de parte del
capellán de la prisión. No se le ha quitado la costumbre de comer prójimo. Se
come a Cristo en hostias.
Un fastidioso y desaseado de la televisión ha exaltado las condiciones de
Garavito. Pirry cada semana muestra escatológicos informes que dan náuseas al
igual que su figura de gamín y no podía quedarse por fuera el más distinguido
criminal y abusador de niños que ha parido la puta madre tierra. A costa de las
desgracias de los demás Guillermo Prieto Larrota, el alias de este
seudoperiodista, se ha llenado las faltriqueras de dinero.
Es tan popular el Pirry que lo han
contratado con dineros del estado para que le enseñe a los borrachos a no matar
gente cuando manejen a sabiendas que es un experto en marihuana y sus mensajes
debieran estar dirigidos a la experticia para las fumarolas.
Loa al señor.
En su paso por la capital de El Edén Garavito despachaba cual ingenuo
dependiente en el Arepazo un tugurio frente a la Iglesia del Sagrado Corazón de
Jesús, templo frecuentado por la rata y
donde permanecía elevando oraciones al altísimo y prendiéndole velas a la
virgen del Carmen. Hizo de su confesor a Mario Martínez Márquez, el cura párroco, quien nunca lo oyó primero porque no
le importaba y segundo porque era sordo. Se encontraron la dicha con la
hermosura.
Con malicia el sordo supo de sus
andanzas porque se las hacia conocer por escrito y se llevó a la tumba las peripecias mundanales
de La Bestia. Le perdonó y ordenó como
mandan los cánones de la santa que el
día que se muera se vaya derechito para el cielo. Ese es el refugio de todos
estos criminales. De seguro allí estará esperándolo el cura Mario que bien se
ganó ese nicho a la diestra del Todopoderoso.
En la villa de la cuyabra hay una historia confirmada que Mario Martínez Márquez ha debido ser en
su familia el abogado por sus inclinaciones a los torcidos en lugar de Helio su
hermano, honesto y recto como una palma de cera y este en su lugar el cura. Se trabaron los
cables. Cosas de Dios misericordioso.
Helio estaba predestinado a ser papa pero la divina providencia le cambió
de rumbo. A lo mejor Martínez Márquez el buenazo se irá en contrario para el
infierno.
Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres como
Garavito. Este bandido es otro aporte a la genialidad de los paridos en El
Edén.
4 Comentarios:
Buena crónica ‚ maestro Montalvo. Mi abrazo.
Periodista Gilberto, Qué buena y oportuna tu acerba y original crónica sobre este malhadado aborto de la naturaleza, llamado Garavito.De paso, tu lenguaje zumbón pone en su sitio a la alcahueta y ominosa Puta de Babilonia, cuyo cuartel central està en el Vaticano y en cuya creencia se cometen sinnúmero de atrocidades y genocidios; pero no pasa nada, porque basta creer en esa gran mentira llamada Dios,que todo lo justifica; verbo y gracia, ese genocida abominable de apellido Garavito.
Muy buena cronica primo lo felicito es usted un excelente periodista Dios lo bendiga un abrazo y muchos éxitos
Otro diablo con licencia para violar y matar niños y predestinado a ser heroe
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