jueves, 24 de junio de 2021

DOCE AÑOS SIN GONZALO URIBE ARISTIZABAL



LA CALLE REAL

 

Armenia, junio 24 de 2021

 



Gonzalo Uribe Aristizábal

 

DOCE AÑOS SIN GONZALO URIBE

 

Gilberto Montalvo Jiménez

 

Y se fue Gonzalo Uribe Aristizábal un 24 de junio de 2009 sin dársele nada, estaba tranquilo en un momento de plenitud de su vida sin atafagos ni premuras con solo 54 años y cuando meditaba sereno en su casa paterna de toda la vida.

 

Tenía un gran corazón el mismo que le falló esa mañana sin contemplaciones y que lo dejó en medio de muchos sueños y de seguro con  más aportes pendientes para su comunidad.

 

Gonzalo fue el motor de su familia y no pudo soportar la angustia de haber perdido en unos pocos  meses a su padre Luis Ángel y a su madre Soledad con quienes convivió toda la vida, a quienes quiso con extremo amor filial.

 

Quienes le conocimos supimos que Gonzalo había recibido un mazazo en su corazón con la pérdida de sus más queridos seres. No pudo soportarlo.

 

Fue líder natural en La Tebaida natal donde lo eligieron como su primer alcalde por decisión popular, lo intentó en una segunda oportunidad, pero pese a las múltiples advertencias de sus cercanos, fue derrotado por Idermán Londoño, su compañero de viejas andanzas en esa izquierda romántica de los setentas.

 

Gonzalo era por naturaleza bonachón, desprendido y un excelente periodista, recursivo como el que más lo que en ocasiones, dada su acuciosidad, le hizo pasar malos momentos como cuando en un arrebato de arrojo periodístico decidió aceptar al entonces capo Carlos Lehder Rivas, una invitación a Tranquilandia, el máximo emporio de procesamiento de drogas del mundo, para la época, en plena selva entre los departamentos de Meta y Caquetá con el propósito de realizar  una entrevista para el periódico La Patria del cual era su coordinador para el Quindío.

 

Cuando estaba con el narcotraficante sobrevolaron los aviones de la Fuerza Aérea y Uribe salió así como llegó sin la entrevista y con la ansiada espera en Armenia de Rosso José Serrano, entonces coronel y comandante del departamento de policía Quindío, para que en una comedida detención le revelara detalles de su viaje al corazón de los intereses de Pablo Escobar, los hermanos Ochoa Vásquez, Gonzalo Rodríguez Gacha y el propio Lehder que se había metido en la clandestinidad para evitar su segura extradición. Por supuesto que Gonzalo no reveló absolutamente nada porque estaba en el cumplimiento sagrado de su deber de informar.

 

Fui muy cercano a Gonzalo, tal vez el periodista con quien más años trabajé en diferentes medios de comunicación y siempre me brindó confianza y apoyo en las labores que por azares del destino tuve la fortuna de ser su director, tiempo que aproveché para conocerlo a fondo, formarme la mejor impresión de su solidaridad  y sobre todo su probada transparencia y honestidad que conservó toda la vida y  dejó como legado a la sociedad, a su hermano y hermanas.

 

Pese a las discusiones civilizadas en torno a la participación de los periodistas en política electoral y de la cual me he apartado de manera contundente y  no comparto, le respeté sus decisiones no interferí jamás en ellas como  cuando por ejemplo  hizo parte del carrielismo, de buena fe, lo que le permitió ser representante a la cámara. En las diferencias generábamos respeto.

 

Gonzalo Uribe, como algo exótico en este país de politiqueros  tramposos que se roban el erario y protegen la corrupción, fue un periodista honesto y un político transparente. De eso nunca ha habido, esto honra su memoria.

 

Fue un amigo incondicional de la revolución cubana y admirador ferviente de Fidel lo que le inclinó a no perderse todas las noches en su vieja grabadora Sony los programas de Radio Habana Cuba los mismos que grababa y guardaba como tesoro.

 

Disfrutaba de las fiestas familiares y participaba en bailes donde no podían faltar para su placer Gustavo Quintero y Rodolfo Aicardi, sus preferidos, porque de ahí no pasaban sus conocimientos musicales, con estos le sobraba para pegarle a la baldosa con su corpulenta presencia.

 

Después de haber caminado juntos en muchas circunstancias durante más de treinta años y acompañarnos, más en las malas que en las buenas,  tuve el infortunio de no estar el día de su fallecimiento porque con anterioridad me había comprometido en un periodo de vacaciones fuera del país, mi dolor se hizo más grande porque Gonzalo Uribe Aristizábal era mi mano derecha en la oficina de comunicaciones de  la gobernación del departamento cuando la muerte lo sorprendió.

 

El peor de los castigos a un ser humano es el olvido, yo no he olvidado a Gonzalo porque se ganó un puesto de privilegio en mi vida.

 

 


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