JOSUÉ MORENO JARAMILLO
LA
CALLE REAL
Armenia,
octubre 23 de 2016
JOSUE
MORENO JARAMILLO
PERSONAJE IMPOSIBLE DE
OLVIDAR
Josué
Moreno Jaramillo era todo.
Integro,
honesto, transparente, caballero, consejero y sobretodo amigo.
Josué
le dio a su comunidad más que cualquier otro ciudadano podría darle.
Su desinteresada
pasión por servir lo llevó a través de su larga y fecunda existencia a entregar
todo de sí en beneficio colectivo sin pedir jamás una contraprestación porque
se impuso una exención a los trofeos pese a que tenía reconocimiento general.
Fue alejado
de las parafernalias y de las lámparas iridiscentes de la fama que le otorgaba
ser un ciudadano ejemplar dueño de una chispa electrizante y un gran sentido
del humor que jamás lo dejó naufragar incluso en medio de las penumbras que
ocasionalmente se le atravesaron en su vida.
Culto
por naturaleza logró con el tiempo versatilidad
en todos los temas y en especial aquellos que tuvieran que ver en el desarrollo
de su departamento y su ciudad Armenia.
Josué
nunca fue ajeno a los libros que le dotaron una personalidad subyugante por la
manera de tratar los temas con tono de erudito sin posar de sobresaliente,
aunque lo fue.
La austeridad
fue una característica descollante en la personalidad de Josué Moreno Jaramillo. Tenía las comodidades
propias de una vida sin sobresaltos económicos pero huyó a las veleidades de
las modas que imponían los mercados.
Fue
un viajero impenitente lo que le dio un afinamiento a su vasta cultura general
que solía entrelazar con la buena música, la comida de culto y uno que otro
vinillo en veladas interminables de amena parla.
Tuve
la fortuna de ser su amigo por cuarenta años, tiempo después de que yo,
quindiano de otra parte, llegara a este fundo de nobleza y complacencia. Su
mano extendida siempre para lo bueno me premió con su sabiduría y sus consejos
fueron acicate para ir formando un
camino del que no me arrepiento.
Josué
era estoico por naturaleza. Su reciedumbre jamás se podría comparar con ninguna
otra.
Recibió
con calma benedictina cuando una
aplanadora quiso perturbarle su existencia , en su momento, a sus ochenta y dos
años de irrestricto cumplimiento con sus deberes de padre, esposo, hermano,
amigo.
Una
justicia en un país sin justicia y lo que es peor politizada, le pasó una
cuenta de cobró vindicante a Bernardo, su hijo del alma, el hombre que fue
formado dentro de la decencia y el pundonor, sin un sola prueba contundente
para ponerlo en el cadalso.
Imperturbable,
porque hasta el último minuto de su existencia creyó en la inocencia de su
vástago. No le dio prelación alguna a las especulaciones y sin ninguna
limitación siguió caminando por las calles de Armenia con la frente en alto sin
consideraciones distintas a seguir sirviendo.
Su
sabiduría lo convirtió desde hace muchos años en consejero virtuoso sin
emolumentos.
Puso
una distancia pragmática a la tecnología y su vieja libretica de apuntes o los
desordenados papeles en su bolsillo de la camisa contenían los contactos de sus
amigos a los cuales solía llamar de cuando en cuando para dejar conocer sus conceptos
generalmente de ilustración probada.
Con
los medios de comunicación, y fui testigo de excepción de ello, mantuvo una relación
fluida, permanente, amistosa y cordial.
Aun
recuerdo su interés como director ejecutivo de
la Cámara de Comercio por la actualización y capacitación de los periodistas.
Fue el primero en invitar por los años ochentas a un foro a don José Salgar, su amigo,
entonces jefe de redacción de El Espectador, para que compartiera tres días de
experiencias con los comunicadores y cuando Carlos Duque, el gran fotógrafo y publicista,
su otro amigo, había llegado a la cresta de su popularidad con el reconocido afiche
de Galán, vino a Armenia por su invitación a crear criterios con los voceros
de los medios de comunicación.
En
su intimidad Josué Moreno llevaba su periodista por dentro. Incluso en una permanencia
por España pudo incluir en su extensa hoja de vida una especialización en
periodismo que jamás mostró pero que quienes le conocíamos supimos de su
interés por este tema.
Fuimos
compañeros de muchos pasajes de la vida. Viajábamos juntos por estos caminos
algunas veces pedregosos sin que se fatigara jamás.
Hablar
de su participación en todo lo bueno del departamento sería interminable.
Tal
vez un libro solucionaría el problema.
Desde
los osarios de la Iglesia que este sábado le dio cobijo final a su permanencia
en esta tierra con los rituales de su catolicismo sin estruendos, hasta la
creación del deportes Quindío, El estadio San José, ilustre miembro del comité
de cafeteros de Armenia y del Quindío y cualquier cantidad de juntas a las que
le dio lustre, Josué Moreno será recordado por su querendona actitud por la
tierra que lo vio nacer y morir.
Era
menester inscribir al Atlético Quindío en la Dimayor para poder adquirir el
pase al torneo nacional del rentado futbolístico y con un cheque sin fondos
sació la voracidad alcabalera de don Alfonso Senior aunque dos o tres días después
el tramité del valor cambiario estaba a la orden del día. Ese era Josué Moreno.
Tuvo
un exilio involuntario familiar en Cali, por un tiempo, cuando su padre don
Bernardo y su madre con los retoños viajaron a la capital del Valle huyendo de
la violencia fratricida por esas calendas.
Allí
le sonrió la vida, Cali le dio de esposa y compañera sin límites a la hermosa
Amparo Villegas, quien fuera su confidente hasta los límites que le impuso la
vida el pasado 21 de octubre.
Bernardo,
María Mercedes y Tuchía, sus hijos, sus nietos, nuera y yerno, sus hermanos y
hermanas, deben sentir un vacío enorme, comprensible, pero a la vez la satisfacción
sublime de haber contado con un ser humano
de las calidades sobresalientes de
Josué.
Elegante,inteligente,
reservado, golfista tardío, humor negro espontáneo,abogado de consulta, algunos rasgos notorios del
gran personaje que se nos fue.
Fueron
noventa años de lucidez permanente.
No
tranzó su honestidad jamás y su ejemplo es paradigmático para las nuevas generaciones
de la región.
Su familia
debe estar tranquila por el generoso personaje que los guió. Fue el mayor de
una familia notable de exalcaldes, exgobernador y exministro.
Nunca
quiso participar en política activa aunque fue un liberal íntegro y total.
Ancízar
López, el padre del departamento, fue su condiscípulo y escuchaba con atención
sus sugerencias.
Su
oficina de la antigua Cámara de Comercio sirvió de foro permanente de la junta
pro departamento del Quindío. Allí se le escuchaba como uno más sin pretender figuraciones ni
reconocimientos. Nunca lo permitió.
Josué
fue taquillero hasta su día final, la iglesia del Espíritu Santo se llenó a
reventar de gentes de todas las condiciones, los poderosos de la economía regional,
los líderes de la política y la acción social, los cívicos, que aún quedan, y
seres anónimos que recibieron el consejo o las ayudas silenciosas sin que su
mano izquierda supiera lo de la derecha.
No
pregonó nada de lo que hizo por su tierra, le incomodaba incluso que se le hicieran
ciertos reconocimientos públicos, fue alejado de las condecoraciones y los bullicios de las cámaras y los reflectores.
Falta
nos va a hacer Josué Moreno Jaramillo un personaje imposible de olvidar.
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