miércoles, 15 de agosto de 2018

CRONICAS DE MI PUEBLO



Crónicas de mi pueblo


EL CLUB DE LOS VANIDOSOS

Gilberto Montalvo Jiménez

Armenia, agosto 14 de 2018

Vaya vaina, fuera de que ese fenómeno de los de alta alcurnia  y la perfumada sociedad  ha pasado a mejor vida -la mayoría perdieron la plata o la vergüenza-ahora  se han inventado de hecho y sin darse cuenta el Club de los Vanidosos un grupo de especímenes de curiosa manera de ser.

Son los que llaman alegóricamente  inmamables. Tienen la tendencia a que  les reconozcan primogenituras o preponderancias. Son una mezcla de bacalaos con lagartos de larga cola y peregrinar sinuoso. Se identifican fácilmente porque  cuando suelen aparecer en sitios de conglomerado público tienen un cierto aire de suficiencia y dan a su caminar el vaivén de los patos. Parecen lanchas en el tremor de las olas marinas. Regularmente miran por encima del hombro y cada que tienen la oportunidad voltean la cara hacia un lado u el otro para desdeñar a algún intruso que pretenda darles el apretón de manos o un pequeño guiño picarón o porqué no levantarle el pulgar en señal de acatamiento.

Son esos que con tic nervioso izan  a cada momento los hombros para acicalar de manera rutinaria la camisa y parecer  maniquíes de asombro con prendas de segunda en rebajas de galemba aunque lleven el conocido saurio verde o el golfista  estampados en sus prendas.

Se hacen invitar a cuanto embeleco aparece por ahí y si por cualquier descuido del director de protocolo los omite se forma el culebrón y no hay manera de amainar las airadas aguas de los eventuales extrañados.

Algunos, en su mayoría, se acreditan como periodistas, otros lo son de verdad también, dizque  para darse caché a sabiendas de que el desprestigio de este gremio es tal que cabe con grado superlativo en la larga lista de la lagartería.

Forzosamente hay  que tenerlos en los ‘pines’ del poder porque de lo contrario salen a aullar cual lobos hambrientos en la noche y utilizan todos  los medios para darle a conocer a sus súbditos-se creen monarcas- que han sido arruinados moralmente por no tener acceso al círculo íntimo de los dispensadores de las migajas.

Son recurrentes en lambonería cuando reciben el beneplácito de la casta mandante pero se resienten en  paroxismo sino les contestan una llamada.

Tienen la tendencia a unirse en grupitos asqueantes para hacer mingas contra los que consideran sus enemigos pero que no son más que sus propios amigos en desgracia. No conocen, por supuesto de lealtades, cuando por alguna razón hay que matar, incluso a la madre, pues qué más da, hay que sacrificar  a la vieja y lo harían sin mosquearse.

El Club de los Vanidosos tiene sede principal en Armenia, Quindío, Colombia, aunque hacen esfuerzos para que se logren franquicias en otras regiones el país y del mundo, porque su reputación está a toda prueba de cómo se puede ser lagarto inmisericorde aunque tengan como los reyes-ellos se creen ídem- recibir escupitajos en señal de sumisión y acatamiento.



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