miércoles, 12 de noviembre de 2025

ECO DE UNA TRAGEDIA QUE PUDO HABERSE EVITADO

 

 

 ECO DE UNA TRAGEDIA QUE PUDO HABERSE EVITADO

LA CALLE REAL

Armenia, noviembre 13 de 2025

LOS SORDOS YA NO HABLAN (Gustavo Álvarez Gardeazábal)

292 páginas EDICIONES UNAULA



 

 ECO DE UNA TRAGEDIA QUE PODRÍA HABERSE EVITADO

 

Gilberto Montalvo Jiménez

 

Quienes conocen a Gardeazábal, y no son pocos, se han acostumbrado a sus narraciones extraordinarias plenas de humor crítico, carga histórica y fluida narración de encumbrada estirpe literaria, lo que les ha permitido, de paso, exaltarlo al santoral de los mortales como una especie de arúspice etrusco o profeta sin tonsura.

El escritor colombiano o más bien tulueño o mejor universal no es nada de eso, esa magia intrínseca la ha logrado a través de su tozudez, cualidad innata para husmear los hechos y las rutinas, pero en nada gratuita si no por el contrario dada su experticia que desde niño le obligó a abrir los ojos para otear las circundancias, verificar, confrontar y con contagiosa terquedad cerrera no dejar cabo suelto en lo que se propone.

 

Desde muy temprano tuvo su inclinación por las columnas periodísticas que le publicaban los periódicos elitistas y de esa rancia oligarquía vallecaucana de la que denosta con frecuencia y que a la postre dada su perseverancia y trasgresión se las “colgaban” con la severidad de don Modesto Caicedo en Occidente o la diplomacia y donosura de Rodrigo Lloreda en el País. Pero desde ahí y por siempre ha sido un censurado.

 

Su condición de investigador, rutina de escogidos para iluminar los caminos de la sociedad donde se mueven, lo empujó a un abismo insondable de nuevo en sus columnas de La Patria de Manizales y de El Colombiano de Medellín para intuir que no le parecía prudente que existiera una indiferencia mortal de la dirigencia “azucena” mimada por el centralismo bogotano frente a las posibilidades de una tragedia originada por el Volcán del Nevado del Ruiz. La intuición de Gardeazábal no se quedó ahí, donde como siempre la han calificado de “elucubraciones de novelista” y se metió de narices a escudriñar la historia, que se repite en ciclos evidentes, para postergar otros proyectos e imbuirse en una aventura exótica que lo llevó a pasearse por las crónicas precolombinas de Fray Pedro Simón, cantera donde abrevó como alumno de la Universidad del Valle de la mano de su decano Oscar Gerardo Ramos, encontrándose la narración de la explosión del Volcán de Cartago en 1598 que botaba piedras hasta lo que hoy es Toro en el Valle del Cauca.

 

Gardeazábal, como era de esperarse, no se quedó ahí y de paso se fue acucioso al Papel Periódico Ilustrado y textos de 1860, en donde le pegó a la diana al encontrarse que ya en el 1857 había explotado el Volcán del Ruiz y se había llevado la población ubicada en lo que posteriormente fue Armero.

 

Comenzó su cantaleta documentada que lo llevó a ser despreciado por las elites del azucenaje, quienes temían que ante las revelaciones del escritor se podría afectar la Feria de Manizales ¡Vaya estupidez!

 

Y pasó lo que tenía que pasar: el l3 de noviembre de 1985 se vino encima la “bombada”, como la venía llamando el escritor, y la estela macabra de cerca de cuarenta mil muertos, los cuales disimularon con la entrega mediática de los diarios y las revistas capitalinas que se encargaron especialmente a través de la pluma de Germán Santamaría de entretener con la agonía de Omaira Sánchez, la niña convertida en símbolo de la tragedia con la otra incapacidad de salvarla del lodazal. Ahí con micrófonos y altoparlantes el mundo la vio expirar.

 

Cinco años después, como un reto ante sus críticos que lo fustigaban porque se había apartado de la literatura para irse a la política y por entonces convertirse en alcalde de Tuluá, surgió: LOS SORDOS YA NO HABLAN, una narración de encanto donde se trenzan, como es usual en el escritor, sus cargas históricas irrefutables, la magia de una tonalidad de pincel genial en sus 292 páginas, muchos años después reeditada por Unaula de Medellín.

 

Lo que fue una sacada de clavo para quienes le censuraban su paso a la política se convirtió en una de sus mejores novelas, pero también en un testimonio desgarrador con personajes de carne y hueso y con simultaneidad notariando la denuncia que por muchos años hizo y a la cual los mediocres e indiferentes manejadores de la cosa pública de este país le dieron una razón, esa razón tan costosa que jamás podrán borrar de la memoria del mundo.

 

Leer LOS SORDOS YA NO HABLAN, para quienes tienen 40 o menos años o releerla para los que tuvieron la fortuna de hacerlo en 1990, es fascinante porque se estrella el lector con un documento de indudable valor histórico y una novela que destapa la canallada de unos seres humanos que privilegian una carnestolenda ferial a un sismógrafo porque eran tan imbéciles que argumentaban no necesitarlo porque la perra Laika, protegida de los guardabosques de la región, era el mejor elemento tecnológico, porque cuando movía la cola era porque el Volcán estaba en vía de erupción, y con toda seguridad esta no es una exageración del novelista, si no la realidad de un investigador nato que lo revela nuevamente como uno de los mejores en su género.

Pasearse por los SORDOS YA NO HABLAN es una necesidad intelectual para conocer nuestra historia con una profunda exquisitez sociológica. 

Gilberto Montalvo Jiménez

 


martes, 28 de octubre de 2025

LA CALLE REAL 31 DE OCTUBRE DE 2025 ...109 AÑOS DEL NACIMIENTO DE LA MAGISTRAL CARMELINA SOTO

 

LA CALLE REAL

Armenia, octubre 31 de 2025

 

                                                                                                                                  

31 de Octubre de 2025….109 años del nacimiento de CARMELINA SOTO

(0CTUBRE 31 DE 1916 MARZO 18 DE 1994)

 

 

Carmelina Soto

 

 

Por 

Gilberto Montalvo Jiménez

 

 

Por aquellas calendas del centenario de Armenia el alcalde Fabio Arias Vélez y su grupo cultural decidió imponer la Violeta de Oro a la poeta Carmelina Soto Valencia.

 

La Violeta de Oro tiene un reconocimiento desde la Francia del siglo IXX y asumida por los catalanes  cuando a los mejores bardos se les difundía su trabajo lirico en una publicación del mismo nombre.

 

Tiempos después se institucionalizó como una distinción en reconocimiento a los grandes vates y en Armenia se retomó la costumbre la cual duró poco.

 

Recibieron esta distinción también los poetas Jairo Baena Quintero y Alfonso Osorio Carvajal.

 

Se tenía el temor, dada la irreverencia de Carmelina y su inclinación ferviente de no aceptar lisonjas ni reconocimientos, que rechazara el homenaje, como en efecto sucedió.

 

Sin embargo, el jefe de turismo y cultura de la época Luis Fernando Ramírez Echeverry y su asesor Jhon Jaramillo Ramírez, conociendo mi cercanía con la poeta me encomendaron de manera casi ordenanzal que debía convencerla.

 

Acudí como siempre lo hacía a uno de nuestros encuentros y en medio de disquisiciones largas y argumentaciones de peso sobre su valía  y lo que podría considerarse como un desaire para con su ciudad en el Centenario, aceptó.

 

Frente a su poema  'A mi Ciudad', esculpido en bronce en el Parque  Sucre, el 14 de octubre  de 1989 el pecho enhiesto de Carmelina Soto recibió de manos de Fabio Arias la, en ese momento ya, indeclinable distinción.

 

Carmelina honró  la Violeta de Oro.

 

Carmelina era la tierra, Carmelina era Armenia, lo terrígeno, el amor, el grito desgarrador.

 

Para Carmelina Armenia era su todo.

 

Su educación de normalista en Manizales le dio las puntadas iníciales a una formación universal que le permitió los elementos básicos para emprender un camino de lírica que la encumbró a las más altas élites culturales del continente americano.

 

CARMELINA AUDITORA.

 

No pudiésemos imaginarnos a la grande poeta, a la ensayista de encanto, metida en los anaqueles de la Biblioteca Nacional de Colombia auditando frías cifras.

 

Tal vez fue una excusa para permanecer en medio de los libros auncuando su menester oficial era el auditaje de la cuentas. Vaya paradoja.

 

Cuando su madurez intelectual le permitía recrear sus poemas y su prosa de encumbrado acento se conoció a Carmelina bolivariana y llegó  Un Centauro Llamado Bolívar.

 

Vena de historiadora crítica en la lírica  al mejor estilo del gran maestro Jaime Jaramillo Uribe. Le dieron contexto sociológico a la historia y la apartaron con la crítica de los dogmas.

 

Bolivariana reflexiva sin genuflexiones ante el ídolo, Lo aterrizó y lo volvió mortal.

 

Carmelina era purista al extremo. Una frase en su sitio y con la sintaxis y el ritmo adecuado entrelazando versos singulares en espacios circundados por la elegancia.

 

Tuve el privilegio de compartir largas charlas con Carmelina en su apartamento de la carrera 17 entre calles 17 y 18 en los altos en donde todavía existe el almacén Don Mario.

 

Llegaba estoica y ponía en una pequeña mesa de centro adornada por flores una botella de vino y venga la erudición de la maestra en marcha.

 

Un día abordamos una conversación que propuse sobre su obra Campanas del Alba y meditabunda sonreía para acelerar la vergüenza que le daban ciertos versos de su autoría en aquella época. “no quiero verlos porque me hacen sonrojar”, aducía.

 

Lo que ocurría es que había llegado tan alto de la  perfección  con su técnica y contenido que ahora le parecían flojos unos inmensos poemas de la década del 40. Esa era Carmelina, honrada intelectualmente hasta los tuétanos.

 

Recuerdo que para la época circulaba el semanario Meridiano del Quindío con la dirección de Evelio Henao Ospina, culto y disciplinado hombre de leyes y de letras.

 

Fui su jefe de redacción…y otro encargo. “Búscate a Carmelina y pídele que nos ayude con una columna semanal” dijo el director.

 

Obediente con cierta cautela acudí ante la inmensa poeta.

 

Aunque el periódico era de orientación conservadora tenía en su haber columnistas de diferentes disciplinas intelectuales y políticas por lo que Carmelina aceptó. Cada ocho días iba sagradamente a su apartamento a recibir las dos cuartillas escritas en su vieja máquina Olivetti.

 

Prosa deliciosa, crítica y muchas veces desgarradora. Pensaba en avanzada, protestaba sobre las inequidades.

 

En el acto de presentación del libro Huellas del Centenario estaba Libia Zuleta, la periodista que se convirtió en su depositaria por escritura pública de su obra inédita. Libia tampoco está hoy con nosotros.

 

Carmelina era experta en la Nada. Estoica y agnóstica.

 

No perteneció al movimiento de los años sesenta con Gonzalo Arango, X504, Jota Mario Arbeláez, Elmo Valencia o Pablus Gallinazus.

 

La Nada de Carmelina era elucubrante, viva, sentida. Podríamos afirmar que fue nihilista.

 

Discípula del verdadero creador del existencialismo Soren Kierkegaard hizo de la nada la ennoblecida capacidad para recrear lo concreto.

 

Fue de cabecera Kierkegaard el danés que influyó en Sartre e incluso en Dostoievski. La nada de Carmelina se sentía en sus poemas.

 

Carmelina se formó en los momentos fulgurantes de los Piedracielistas (1939) pero  jamás tuvo influencia en su poesía de estos grandes de la lírica nacional.

 

Guillermo Valencia, Eduardo Carranza, Camacho Ramírez eran el oráculo, con razón, de la poesía moderna. Carmelina marcó distancia en el estilo aunque no hay duda de que los tuvo como consejeros intelectuales a través de sus libros.

 

LA HUELLA DEL CENTENARIO

 

El libro histórico de Carmelina Soto Valencia.

 

Echó mano de su capacidad de libretista de radio para a través de este estilo de prosa depurada mezclada con lírica poética para reseñar las gestas de los fundadores de la Armenia de sus amores.

 

Sus libretos no tuvieron audiencia para la época del Centenario y fue, mucho tiempo después, 23 años a lo sumo, que la perseverancia de Libia Zuleta puso al alcance de todos una magistral obra.

 

Historiadora del detalle, los comportamientos sicológicos de los colonizadores, el paisaje agreste, todo hilvanado con sutileza de cirujana en sala de quirurgia. Donosura, ritmo, musicalidad.

 

A pesar de su agnosticismo Carmelina recrea con magistrales toques una semana santa de la época con todos los detalles porque notariaba para todos las creencias y la fe de los fundadores y sus familias y las de  los primeros pobladores.

 

No se necesita ser ni apóstata ni fiel para que un buen escritor pinte con su pluma cualquier estampa.

 

Carmelina fue llamada la poeta de América, respetada por todos sus pares. Hoy en encuentros de poetas está inmanente la presencia de esta cuyabra de tonos mayores.

 

Carmelina hacía de lo increíble lo creíble, jamás hizo nada por encargo.

 

Carmelina dominaba el idioma, tenía pureza al hablar y sobre todo era confiable, buena amiga, límpida y profunda.

 

Maestra por antonomasia su silueta al frente de su viejo Volkswagen jamás se borrará de la mente de quienes la conocimos y amamos.

 

LA SOLEDAD DE CARMELINA

 

Carmelina aunque tenía muchos amigos vivía en la soledad, la misma que se autoimpuso. Nada le hacía falta porque estaba en paz con todo. Taciturna, tierna en veces y airada en otras, disfrutó ese encuentro con su nada un 18 de marzo de 1994.

 

Era tal su purismo al escribir que me confió que demoró diez años, botando aquí, señalando allá, tachando acullá para producir uno de sus más grandes poemas de amor:

 

 

 

 LA CARTA

 No he muerto.

Vivo!

Vivir es maravilloso

(Puede ser hasta inútil, pero es bello)

Es ocupar un sitio bajo el sol…

Un sitio…

Y esto del sitio bajo el sol no es poco.

 Vivir es una pasión.

Una pasión tremenda.

Toda ilusión se pierde, se abate, se diluye.

Solo el hambre y la sed de vivir no acompañan.

Llama voraz, sedienta inútil.

Única ilusión.

Única lámpara

de nuestra noche irreductible.

 En el naufragio…solo su latido…

En la noche su flama turbadora.

Su fuerza. Su posibilidad definitiva.

Crucial. Única.

Vivo!

Esta verdad me exalta y me conturba.

Es septiembre…y  yo…vivo.

 Porque vivir no es solamente el hecho

de tener un amigo o un hermano

Ni haber el pan con nuestro sacrificio.

Vivir es un esfuerzo apasionado.

Arduo fuego. Brutal ejercicio.

 Vivir no es solo la palabra: Vivo.

Ni el pequeño rencor de cada instante.

Ni haber el trigo sin claudicaciones.

Ni sufrir el oprobio con paciencia.

Vivir es muy distinto.

 Es sentir la certeza, la confianza,

El ejercicio, la vigencia irrevocable,

La fuerza activa de ser

En acto puro…unísono…inefable.

 Sentir el aletazo en flamas

De nuestra propia sangre vengativa

en nuestro corazón indefenso.

Arder…en suma

y dejar que la llama nos consuma.

 Y resistirlo con valor,

Con dignidad y con dolor,

con sed, con ansia, con ternura

con amor,

con denuedo

y… y… con miedo.

 Puede ser todo esto

o algo más o algo menos.

Puede ser nuestro grito frustrado,

repetido, perdido sin sentido.

No importa!

Sólo importa estar vivo

En cada instante, en cada movimiento.

(Acto vital de júbilo y lamento)

 P.D.

Te recuerdo.

No has muerto. Qué alegría!

Sientes el son del tiempo,

Sobre la piel la mordedura fresca,

en la raíz del ser su sedimento,

su rasguño infalible?

Te recuerdo!

Te recuerdo!

Sufres? Trabajas? Te entristeces?

Te recuerdo.

 

Yo pienso en ti y me pasa por la mente

como una nube grande el pensamiento.

(Nadie puede sentir lo que yo siento)

Vives

Esta sola palabra me conforta.

 Ah…Y no me olvides

Que estoy aun sobre la tierra hermosa.

 

 

 

 

 

 

sábado, 19 de abril de 2025

RECUERDOS MUSICALES

 LA CALLE REAL ARMENIA

Recuerdos musicales 

Abril 5 de 2025

Eloiza Eneida Menezes Paes Pinto


LA CHICA DE IPANEMA

Gilberto Montalvo Jiménez


Cuando a comienzos de los sesentas dos inmensos talentos se juntaron para la creación de la Garota de Ipanema no se oteaba en el horizonte que fuese a convertir en la bossa nova más famosa de la tierra de la buena música, la universal sin par, la del inmenso Brasil.

Y no podía ser para menos porque el poeta terrígeno Vinicius de Moraes, a quien tanto le debe la buena rima carioca y el trepidante Antonio Carlos Jobin unieron sus musas para dar creación a la infinita cadencia de uno de los temas más universales de la música del mundo. Bossa nova ecuménica.

Ver pasar diariamente camino del mar a la exuberante Heloíza Eneida Menezes Paes Pinto fue apenas suficiente para dar rienda a la creatividad de estos  dos monumentos del arte del Brasil quienes con sencillez de suave melodía  nostálgica y versos sencillos de  magistral sentido legaron al buen gusto toda  la emoción en tan singular creación. Rúbrica y signatura de Vinicius y Jobin.

Cuando Joao Gilberto se unió  con su intenso amor Astrud para poner sus voces  armónicas y melodiosas en beneficio de la audición de los iniciados se le dio el ritual necesario para que la bossa nova más escuchada  se fuera por los caminos sin retorno del buen gusto.

Más de mil grabaciones por los más destacados intérpretes en todos los idiomas con arreglos en diferentes ritmos, pero sin perder su esencia, La Chica de Ipanema se constituye en esos paradigmas que sin mucho esfuerzo van quedando de generación en generación como testimonio del arte convertido en leyenda.

Muchas discusiones sobre los mejores intérpretes de la Chica son alebrestados rifirrafes porque cada uno ha sabido ponerle su sello especial. El viejo de los ojos azules, Sinatra, hizo una finísima versión solo comparable con la de Sammy Davis Jr ;Caetano Veloso, con su acaramelado seseo de inmensa calidad le dio vida descomunal por su manera de decirla. Madonna el volcán arrebatado la ha llevado a sus conciertos con alma soberbia y qué decir de Ella Fitzgerald, la dómina del jazz y el blues, en madura etapa de su elocuencia indiscutible.

Es menester en esta remembranza evocar a  Amy Winehouse, la diosa del soul, quien se fue muy temprano sin pedir permiso aquejada por la melancolía de los excesos a sus escasos 27 años, no podía negársele crédito a su versión de la Chica de Ipanema porque en su legado póstumo en un trabajo discográfico de sello preferencial  la incluyó como testimonio viviente de que esta bossa nova permanece  sin límites de edades, tiempos, gracias o  talentos.

La versión de Amy sigue escuchándose con atención porque la estrecha relación de la bohemia de los bares del Candem de Londres le dieron a esta estrella furtiva la posibilidad de recrear a Vinicius y Jobin con estilo incomparable.

En sus tesoros escondidos póstumos no podía faltar La Chica de Ipanema.

Buenos son los recuerdos cuando de música se trata.

 


martes, 24 de septiembre de 2024

REENCUENTRO CON LOS PROHOMBRES DE LA POLITICA

 


REENCUENTRO CON LOS PROHOMBRES DE LA POLITICA QUINDIANA



SILVIO CEBALLOS RESTREPO


 Gilberto Montalvo Jiménez

 

Armenia septiembre 24 de 2024

 

 

Era domingo, un 1 de agosto de agosto de 1993, frisaban las ocho y tantos minutos de la noche y la televisora nacional estaba al rojo en los incipientes programas que se acomodaban en los  canales A y  Uno mientras que el tres se convertía en Señal Colombia. Los privados no arrancaban aun.

 

Silvio, acostumbraba en su casa de tres niveles de la carrera 15, apoltronarse en un cómodo sillón de cuero café para ver lo último de la televisora después de que Carmencita del Fresno, su esposa,  le preparara en esos domingos de letargo una cena pequeña de tostadas de pan con café y quesillos de Salento.

 

 Había quedado atrás el madrugón de nueve de la mañana al “Destapao” de la calle 23 con carrera 17, frente al Concejo  de Armenia de entonces, donde era costumbre despacharse varios tintos con sus allegados de siempre entre los que se contaban Mario Leño, Alberto Herreño, Martiniano Páez y uno que otro liberal que no disimulaba el respeto por el jefe conservador de entonces.

 

El tema político y congresional pasaba de la mano del glorioso Deportes Quindío, su equipo del alma.

 

No había domingo o miércoles de partido en el San José donde Silvio no estuviera con su cojín para posaderas en la legendaria ubicación de preferencia. Siempre lo acompañé en medio de las ruidosas carcajadas de Repollito Pérez y el frenesí de la asistencia.

 

Silvio era de rigor doctrinario pero ajeno al sectarismo.

 

Casi siempre en su vida de político en la heredad de don Luciano Gómez y con las articulaciones dialécticas de Laureano y Álvaro Gómez, depuso intereses politiqueros para unir esfuerzos con el gran cacique liberal Ancizar López y coaligarse en el concejo o la asamblea para afinar los acuerdos o las ordenanzas que fueran encaminadas al servicio colectivo.

 

Mucho antes cuando la quimera del departamento del Quindío estaba apenas en las sábanas calenturientas de un puñado de quijotes, Silvio comenzó su patrocinio desde el congreso sin importarle retar la  afinidad a su vieja amistad con Luis Granada Mejía, con quien chocó en estruendoso pugilato cuando este, otro azul de metileno de tendencia pastranista, se rendía ante las expectativas de los azucenos manizalitas en defensa de la integridad del departamento de Caldas.

 

Granada creía que la escisión traería muchos más problemas que la independencia. Después de más de 58 años todavía está por explorarse su tesis.

 

No obstante, las grandes discusiones y el final feliz para la consecución de la autonomía política del Quindío, nunca dejaron heridas y los pocos pugilatos se  zanjaron con el tiempo. Eran otras épocas donde los varones de la política real  hacían uso de la dialéctica y no generaban odios viscerales sino pequeñas rencillas que se diluían con el paso de los años.

 

Jamás hubo rencores. Al  final todo era abrazos y concordia.

 

La disciplina fue un toque permanente en la vida de Ceballos Restrepo. Muchos confundían esta característica con una posible distancia personal, pero no, se trataba de una manera de ser muchas veces indescifrable, pero siempre tocada por la sinceridad en sus criterios.

 

Silvio tenía una especial preferencia por los debates internos en su partido  a nivel regional. Las convenciones para determinar dignidades a los cuerpos colegiados eran todo un pulso de ideas y de nombres ilustres. Tronaba el verbo de flama de Evelio Henao Ospina, mientras César Montoya Ocampo, el último de los grecocaldenses, se refugiaba en las cita clásicas donde incorporaba labia, filosofía y manzanilla.

 

Cesar Hincapié Silva, se iba en disidencia con Hugo Palacios Mejía, mientras Pastorita Giraldo de Garay con Raúl Botero Macía, se reunían en la Asociación Cultural a instancias de Jaime Moreno Espinosa, para tratar de amainar las aguas de olas vibrantes que se desbordaban en la sede de la carrera 15 con calle 22.

 

Al final, el oráculo Ceballos tomaba las riendas y con su dialéctica hacía que   el temporal terminara.

 

Con Silvio se formó una generación importante de profesionales que de su mano fueron llevados a conocer el mundo de la política y a forjarse en las experiencias de la burocracia.

 

Tuve el privilegio de su mano con el talento de Evelio Henao Ospina, ser el jefe de redacción del semanario Meridiano del Quindío, tea libertaria de principios ortodoxos pero abierto a todas las concepciones filosóficas sin peajes de naturaleza alguna.

 

Allí combatimos las injusticias de la politiquería regional y mientras los obsecuentes besaculos de Carlos Lehder Rivas, quien hizo su aparición para acabar con una generación de quindianos, entre ellos muchos de los que hoy se pavonean hablando de moral y eran sus mezquinos botafumeiros, nos levantamos en la denuncia de sus fechorías y publicamos la temeraria crónica “Cayo Norman o la isla de la Cocaína” que valió la atención del país nacional desde la provincia nuestra.

 

Se retomó el tema en los principales diarios y revistas del país y comenzó a develarse la verdadera intención del “empresario colombo-alemán” como le llamaban sus secuaces de los medios de comunicación.

 

Allí Silvio fue la principal víctima de ataques e improperios de la mafia que se enquistaba en los tuétanos de la comunidad quindiana. 

 

Silvio había arribado cómodamente a la madurez de sus 62 años con aureolas suficientes y reconocimiento nacional de senador ilustre, serio, responsable.

 

 Pero llegó ese domingo 1 de agosto de 1993 cuando Carmencita le dejó al lado de la mesilla en la sala de estar donde veía la televisora el café con tostadas de pan y los quesillos salentinos cuando sobrevino un mazo terrible que le pegó directo al corazón sin dejar que terminara  un resumen de la “Potra Zaina” antes del Noticiero Nacional.

 

Se fue Silvio con todos los honores. Su amigo incondicional de todas las horas   Álvaro Gómez no vino al entierro, se extrañó por supuesto, no hubo explicación, pero el pueblo quindiano  le rindió un postrer homenaje como se lo mereció en el augusto recinto católico de la Catedral de Armenia.

 

Los  quindianos lo añoramos y aun hoy con el paso de estos 31 años muchos  seguimos recordando su memoria. En mi caso fui su amigo, su asistente, su principiante en el entendimiento de la  política.

 

Qué privilegio para muchos haberlo tenido cerca.

 

Cuando ha pasado tanto tiempo y las tempestades son el pan de cada día en este Quindío sufrido y apaleado por la irresponsabilidad de usufructuarios del erario para enriquecerse, figuras de la talla de Silvio Ceballos Restrepo, están inmanentes sin que se logre encontrar un sustituto digno del respeto y el cariño del que se hizo acreedor.

 

Falta que nos hace Silvio al igual que otros comandantes de la dignidad y la limpieza moral, hoy arrebatada por la caducidad de los valores en manos de inescrupulosos politiqueros que despojados de valor civil y carácter los han sustituido por el raponazo vil que tiene a unos encartados y a otros manejando las piltrafas que han dejado con socarrona intención de perpetuarse en el poder  a costa de la desintegración de una sociedad que clama a gritos las reivindicaciones públicas cuando se pregonan nombres como el de Ceballos Restrepo.