lunes, 24 de octubre de 2016

JOSUÉ MORENO JARAMILLO

LA CALLE REAL
Armenia, octubre 23 de 2016

JOSUE MORENO JARAMILLO

PERSONAJE IMPOSIBLE DE OLVIDAR

Josué Moreno Jaramillo era todo.

Integro, honesto, transparente, caballero, consejero y sobretodo amigo.

Josué le dio a su comunidad más que cualquier otro ciudadano podría darle.

Su desinteresada pasión por servir lo llevó a través de su larga y fecunda existencia a entregar todo de sí en beneficio colectivo sin pedir jamás una contraprestación porque se impuso una exención a los trofeos pese a que tenía reconocimiento general.

Fue alejado de las parafernalias y de las lámparas iridiscentes de la fama que le otorgaba ser un ciudadano ejemplar dueño de una chispa electrizante y un gran sentido del humor que jamás lo dejó naufragar incluso en medio de las penumbras que ocasionalmente se le atravesaron en su vida.

Culto por naturaleza  logró con el tiempo versatilidad en todos los temas y en especial  aquellos que tuvieran que ver en el desarrollo de su departamento y su ciudad Armenia.

Josué nunca fue ajeno a los libros que le dotaron una personalidad subyugante por la manera de tratar los temas con tono de erudito sin posar de sobresaliente, aunque lo fue.

La austeridad fue una característica descollante en la personalidad  de Josué Moreno Jaramillo. Tenía las comodidades propias de una vida sin sobresaltos económicos pero huyó a las veleidades de las modas que imponían los mercados.

Fue un viajero impenitente lo que le dio un afinamiento a su vasta cultura general que solía entrelazar con la buena música, la comida de culto y uno que otro vinillo en veladas interminables de amena parla.

Tuve la fortuna de ser su amigo por cuarenta años, tiempo después de que yo, quindiano de otra parte, llegara a este fundo de nobleza y complacencia. Su mano extendida siempre para lo bueno me premió con su sabiduría y sus consejos fueron  acicate para ir formando un camino del que no me arrepiento.

Josué era estoico por naturaleza. Su reciedumbre jamás se podría comparar con ninguna otra.

Recibió  con calma benedictina cuando una aplanadora quiso perturbarle su existencia , en su momento, a sus ochenta y dos años de irrestricto cumplimiento con sus deberes de padre, esposo, hermano, amigo.

Una justicia en un país sin justicia y lo que es peor politizada, le pasó una cuenta de cobró vindicante a Bernardo, su hijo del alma, el hombre que fue formado dentro de la decencia y el pundonor, sin un sola prueba contundente para ponerlo en el cadalso.

Imperturbable, porque hasta el último minuto de su existencia creyó en la inocencia de su vástago. No le dio prelación alguna a las especulaciones y sin ninguna limitación siguió caminando por las calles de Armenia con la frente en alto sin consideraciones distintas a seguir sirviendo.

Su sabiduría lo convirtió desde hace muchos años en consejero virtuoso sin emolumentos.

Puso una distancia pragmática a la tecnología y su vieja libretica de apuntes o los desordenados papeles en su bolsillo de la camisa contenían los contactos de sus amigos a los cuales solía llamar de cuando en cuando para dejar conocer sus conceptos generalmente de ilustración probada.

Con los medios de comunicación, y fui testigo de excepción de ello, mantuvo una relación fluida, permanente, amistosa y cordial.

Aun recuerdo su interés como director ejecutivo de  la Cámara de Comercio por la actualización y capacitación de los periodistas. Fue el primero en invitar por los años ochentas  a un foro a don José Salgar, su amigo, entonces jefe de redacción de El Espectador, para que compartiera tres días de experiencias con los comunicadores y cuando Carlos Duque, el gran fotógrafo y publicista, su otro amigo, había llegado a la cresta de su popularidad con el reconocido afiche de Galán, vino a Armenia por su invitación a crear criterios con los voceros de los medios de comunicación.

En su intimidad Josué Moreno llevaba su periodista por dentro. Incluso en una permanencia por España pudo incluir en su extensa hoja de vida una especialización en periodismo que jamás mostró pero que quienes le conocíamos supimos de su interés por este tema.

Fuimos compañeros de muchos pasajes de la vida. Viajábamos juntos por estos caminos algunas veces pedregosos sin que se fatigara jamás.

Hablar de su participación en todo lo bueno del departamento sería interminable.

Tal vez un libro solucionaría el problema.

Desde los osarios de la Iglesia que este sábado le dio cobijo final a su permanencia en esta tierra con los rituales de su catolicismo sin estruendos, hasta la creación del deportes Quindío, El estadio San José, ilustre miembro del comité de cafeteros de Armenia y del Quindío y cualquier cantidad de juntas a las que le dio lustre, Josué Moreno será recordado por su querendona actitud por la tierra que lo vio nacer y morir.

Era menester inscribir al Atlético Quindío en la Dimayor para poder adquirir el pase al torneo nacional del rentado futbolístico y con un cheque sin fondos sació la voracidad alcabalera de don Alfonso Senior aunque dos o tres días después el tramité del valor cambiario estaba a la orden del día. Ese era Josué Moreno.

Tuvo un exilio involuntario familiar en Cali, por un tiempo, cuando su padre don Bernardo y su madre con los retoños viajaron a la capital del Valle huyendo de la violencia fratricida por esas calendas.

Allí le sonrió la vida, Cali le dio de esposa y compañera sin límites a la hermosa Amparo Villegas, quien fuera su confidente hasta los límites que le impuso la vida el pasado 21 de octubre.

Bernardo, María Mercedes y Tuchía, sus hijos, sus nietos, nuera y yerno, sus hermanos y hermanas, deben sentir un vacío enorme, comprensible, pero a la vez la satisfacción sublime  de haber contado con un ser humano de  las calidades sobresalientes de Josué.

Elegante,inteligente, reservado, golfista tardío, humor negro espontáneo,abogado de consulta, algunos rasgos notorios del gran personaje que se nos fue.

Fueron noventa años de lucidez permanente.

No tranzó su honestidad jamás y su ejemplo es paradigmático para las nuevas generaciones de la región.

Su familia debe estar tranquila por el generoso personaje que los guió. Fue el mayor de una familia notable de exalcaldes, exgobernador y exministro.

Nunca quiso participar en política activa aunque fue un liberal íntegro y total.

Ancízar López, el padre del departamento, fue su condiscípulo y escuchaba con atención sus sugerencias.

Su oficina de la antigua Cámara de Comercio sirvió de foro permanente de la junta pro departamento del Quindío. Allí se le escuchaba como uno  más sin pretender figuraciones ni reconocimientos. Nunca lo permitió.

Josué fue taquillero hasta su día final, la iglesia del Espíritu Santo se llenó a reventar de gentes de todas las condiciones, los poderosos de la economía regional, los líderes de la política y la acción social, los cívicos, que aún quedan, y seres anónimos que recibieron el consejo o las ayudas silenciosas sin que su mano izquierda supiera  lo de la derecha.

No pregonó nada de lo que hizo por su tierra, le incomodaba incluso que se le hicieran ciertos reconocimientos públicos, fue alejado de las condecoraciones  y los bullicios de  las cámaras y los reflectores.

Falta nos va a hacer Josué Moreno Jaramillo un personaje imposible de olvidar.









jueves, 13 de octubre de 2016

BOB DYLAN

LA CALLE REAL
Octubre 13 de 2016

Bob Dylan


BOB DYLAN… EL NOBEL DE LA  LITERATURA MUSICAL

Gilberto Montalvo Jiménez


Queda demostrado, música y literatura son concubinos, duermen en la misma cama, se cogen de la mano para amancebarse y decretan luminosas producciones que se interpolan infinitamente.

Música con poesía de calidad y fragmentos de nutrientes alabanzas por la defensa de los derechos humanos o  en discordia con el poder son elementos en el caso de Bob Dylan el nuevo Nobel de Literatura.

Pudiera creerse inesperado pero la Academia ha derivado sus calificaciones hacia expresiones literarias  que mantengan esa  calidad de siempre y más aun, que enriquecidas  con música de alto nivel, logren esa simbiosis emparentada con el éxtasis.

Bob Dylan es abordado por múltiples biógrafos que han esculcado su inmenso talento y ha sido un referente para muchas generaciones de poetas y músicos que lo han mantenido en la cabecera de sus ilusiones.

El propio Lennon, víctima de las garras atrapadoras de Dylan, lo exaltó en ocasiones cuando se deleitaba reiterando su admiración por el ícono de la canción americana.

Bob Dylan vivió en un permanente ayuntamiento con Billboard o Rolling Stone, fue acaparador del Pulitzer, el Príncipe de Asturias, un Oscar y 10 grammys, la Medalla Presidencial de la Casa Blanca y ahora le cayó encima la desgracia del Nobel, parodiando a Gabo.

Recibirá homenajes superiores a los que seguramente solo se le prodigarían si en lugar del premio se hubiese  muerto.

Justo el Nobel. La literatura en la poesía de Dylan es limpia, transparente y sus letras pueden ser leídas o escuchadas con los compases indescifrables de su maestría musical.

Su voz de barítono esquemático nunca fatigó a sus oyentes así estuviera enmarcado en una  primera etapa solo en el Folk, recalando después en el Rock,  el Country e incluso el Gospel, cuando en una conversión repentina llegó a las escalinatas del cristianismo a posarse de rodillas ante el enviado especial de la divina providencia. De iconoclasta a cristiano renacido por convicción, seguramente.

Igual suerte corrió en los setenta en Colombia Gonzalo Arango que pasó de ateo confeso a una militancia espiritual de características místicas.

El nuevo Nobel imbricó su sapiencia musical, una guitarra magistral o teclados hilarantes, con el estro especial de un poeta consumado en los reclamos y en la finura de unas expresiones de élite en el amor, la sinrazón o el equívoco  y lograr asi el más alto nivel popular de la música del siglo XX.

Y Bob se puede leer. Asi de sencillo, sus poemas son mágicos y las estructuras literarias de un nivel excepcional con imágenes muy elaboradas.

Después de ires y venires con éxitos rotundos en toda esa confusión de ritmos frenéticos que lo elevaron al pedestal de los grandes, en 1980 toma un respiro y se apacienta con una de sus más selectas producciones: Oh Mercy, cuando regresa a sus orígenes de la música tratada con la maestría de la filigrana.

Sus veleidades inmensas por incluir en sus trabajos temas sociales, económicos, políticos, religiosos, filosóficos y por supuesto literarios, le dieron la inmensidad que hoy recoge, sin ninguna duda, con la serenidad de sus setenta y cinco, cincuenta y cuatro de ellos, en la finura de su arte.

En sus  reflexiones literarias nunca se excluyeron y por el contrario fueron inmanentes, orbitaron en  su generación de ideas, los recursos ancestrales ingleses, irlandeses  y escoceses. Hay también de un rezago étnico de línea materna de la península de Anatolia en Turquía. Toda esa amalgama potente de influencia cultural logró purificar un estilo descollante y propio.

Bob Dylan ennoblece al Nobel.

Militante, defensor de los derechos civiles en su país, rebelde, protestante, no tuvo empacho en reivindicar, en medio de una borrachera  fenomenal, a Lee Harvey Oswald, el asesino del presidente Kennedy, con la aseveración que este resumía todo lo que eramos nosotros.

Su referente musical: Woody Guthrie, quien murió en un siquiátrico hasta donde fue el hoy Premio Nobel a convivir con sus angustias.

Y como no podía tener más defectos, Dylan es pintor de estudio, de acuarelas y dibujos que lograron la más exultante critica de los expertos.

Sus exposiciones han sido materia de sublime expectativa de quienes conocen de estas artes de las finas líneas y el color exuberante.

Música y literatura son concubinos que viven al aire libre y Bob Dylan el Nobel de este amancebamiento.