viernes, 15 de septiembre de 2017

ODIOS Y PASIONES DEL GOBERNADOR

LA CALLE REAL

Armenia, septiembre 15 de 2017


Gilberto Montalvo Jiménez


ODIOS Y PASIONES DEL GOBERNADOR


Carlos Eduardo, presbítero gobernador del Quindío, es un man, como dicen los muchachos, lleno de odios y pasiones.

No se sabe cómo pudo "entregarse" a Dios durante tantos años sin un examen que le permitiera controlar el desenfreno de su arrogancia.
Carlos Eduardo,presbítero, gobernador

El Quindío ha tenido gobernantes complejos pero nunca antes revelaron frente al auditorio sus pasiones y por el contrario controlaban sus instintos, como lo mandan los cánones no escritos, por la majestad del cargo.

Osorio la emprende contra cualquiera y deja entrever una suerte de falta de respeto y control ante sus semejantes.

Claro! de buena educación, también.

Y no es que se trate de casos aislados que ameriten sus arrepentimientos fingidos, a los que algunas veces concurre para simular enmiendas que nadie le cree.

Desde el primer día de su mandato mostró los dientes y el talante de su destino gubernamental.

Una vaciada de marca mayor a los indefensos diputados que escuchaban atónitos ese primero de enero  como los maltrataba incluso echando mano de un discurso moralista para tratarlos de corruptos.

Diatriba de marca mayor.

El deseo de venganza por no tener el control de una empresa,el cual había podido lograr si su tino le permitiese ser audaz o por lo menos con pulso administrativo,lo llevó al maltrato contra el doctor James Padilla García, un muchacho de buenas costumbres, muchas veces ingenuo y más caballero imposible.

Un ministro de iglesia que no sea capaz de extenderle la mano para un saludo a un semejante y tratarlo brutalmente como a una basura no puede ser considerado aliado de los versículos y de toda esa parafernalia de sus cánones religiosos.

El odio contra Padilla es total y no excluye barranco para ofenderle e incluso calumniarlo.

Lo que pasa es que Padilla se pasa.

Desde que llegó a su administración y, 
seguro porque no le ha agachado la cabeza como a él le gusta, la emprendió contra el director del Hospital La Misericordia de Calarcá.

El médico Leonardo Quiceno ha sido víctima de ultrajes repetitivos cuando se le trata de mal administrador, incompetente y toda suerte de desvaríos.

Las discusiones de la cosa pública deben darse en los escenarios correspondientes y dentro de los cánones del respeto.

La armonía, incluso en la diferencia, se encuentra dentro del respeto que se gana y jamás se pide.

Meses enteros echándole el agua sucia de su propia incompetencia administrativa,al médico Quiceno, porque a decir verdad vamos para dos años muertos, sí muertos de esta administración,sin plantear nada serio o gestiones propias de su resorte.

Osorio ha descargado sobre otros su ineptitud administrativa.

Celebran que el doctor Quiceno cansado de tanta estulticia haya expedido, con justicia, un comunicado donde no tuvo más aliento que indicarle que lo tiene “mamado”.

Cuando una persona, en este caso el director del hospital de Calarcá, se le reboza la tasa, es porque definitivamente los argumentos se le han acabado para convencer a Osorio de que cambie su discurso estúpido y tangencial sobre un problema estructural donde él es actor principal.

Equivocación total de quienes, de buena fe, creyeron que la combinación de un risueño monje con las garras del carrielismo iba a ser la panacea para los problemas de la región.

Estos temas son más carnudos y no son solo negocios para los amigos y garrote para los que gradúa eventualmente de enemigos.

Un fiasco total cuando los odios y las pasiones se apoderan de la administración pública.

Y lo peor no hay nada qué hacer! contra la arrogancia y la ignorancia juntas no puede ni El Magníficat, el que se sabe de memoria ese diácono de hace años hoy convertido por obra de Dios misericordioso en gobernador.

Osorio que es creyente no sabe como manejará su propio infierno en la otra vida.


Estas son las gracias de Dios.