LA ULTIMA CITA DE LINA
Lina Maria y Luis Carlos Ramirez
LA CALLE
REAL
JULIO 5 DE 2014
LA ÚLTIMA CITA DE
LINA
Gilberto Montalvo
Nada es casual y menos la muerte. Está
ahí rondando a cada instante sin que pueda controlarse por nadie ni nada. Los
humanos sienten impotencia ante los absurdos pero no hay que temerles porque
son concebidos por la gracia de dios y todo lo que venga del divino hacedor
tiene la magia de lo ignoto.
Dicen que el ser humano fue creado a
imagen y semejanza del supremo pero con una sola y pequeña diferencia que él es
eterno y sus vástagos no. No se sabe si
fue un olvido por el cansancio del séptimo día que obvió el soplo
de inmanencia eterna en el momento
crucial de dedicarse, como fue su
decisión omnímoda, a descansar para siempre en los éteres de lo desconocido.
Las últimas horas de Lina Ramírez
habían sido de una satisfacción inmensa por
el hecho de la llegada de su hermana Carmenza desde las remotas
geografías de la madre patria trayendo
un nuevo militante de la familia para satisfacción de todos, incluida, su
progenitora generosa, esa Libia Alarcón Nieto la de las múltiples felicidades y de incontables
amarguras por del destino cifrado allí sin misericordia por la gracia divina.
Lina fue un torrente frenético de
servicio el que solo disminuyó por instantes ante la pérdida de su padre Luis
Carlos, quien se había constituido en eje sustancial de sus vivencias y ejemplo
de enjundia y tesón. Cada que por cosas de la vida diaria solía encontrarse con
los colegas de su progenitor se le notaba cierta nostalgia que no podía
disimular porque asociaba al que no veía desde hace dos años con los que aun
superviven en la atalaya de la comunicación cotidiana.
Hizo de la docencia el pan de cada día
que cifraba en los menesteres de la calificación de sus párvulos sin dejar
de lado la cercanía con la política
local que la llevó a trabajar de la mano
del partido liberal como herencia
genética que no pudo soslayar.
Desde que Sandra Paola Hurtado
apareció en la política se hicieron compinches y aceleraron la participación en
las jornadas precedentes que les dieron satisfacciones y que permitieron que
Lina pusiera sus conocimientos al servicio de la sociedad en los frentes que le
eran afectos: La familia y la comunidad desprotegida.
En los últimos meses se había
dedicado a un espacio destacado en la
secretaría de cultura donde la vi por última vez hace pocas horas cuando prendida de su humor incontrolable alababa la
pinta de un viejo camaján que había dejado ocasionalmente la corbata por los
peregrinos y fantoches pantalones de colorines. Disfrutó con gusto el arrojo de
su contertulio de siempre, desde ese entonces cuando niña nos acompañaba a las
rutinas del deporte o a las veladas culturales de la mano de Luis y de Libia.
Jamás se alejó del círculo íntimo de
sus padres y por el contrario confiaba como en familia todas las expectativas y
los pesares.
Cuando todo estaba por delante, cuando
su sonrisa era más resplandeciente por un nieto tempranero que le daba vida y
fogosidad la noche del jueves era la última cita de Lina con un destino marcado
por dios y atravesada por una hermosa
bestia de origen noble que le llenó de perplejidad y sin disimular su arrojó
pidió su postrimer registro en la veleidad de la cámara de retratar.
El cuadrúpedo cegado por la
luminosidad de un flash aficionado brioso levantó la cerviz y expulsó sin
misericordia a Lina hacia el infinito
donde solo existe nada y nada y más nada.
Se cierran escasos cuarenta y cinco
años de vida de una persona que sino hubiese sido porque dios es así la podía
haber dejado por muchos años más
sirviéndole a los suyos y a su comunidad pero mejores destinos habrá en ese
paso que para a los creyentes, como ella y su familia, es estar a la diestra
del supremo alejada de las insignificancias de esta tierra casquivana y fría.
Lina deja afecto y añoranza en quienes
la conocimos. Nada más como ahora que pasó a ser parte de la nada ignota.