En memoria de Jorge Eliécer Orozco
LA CALLE REAL
Armenia,
26 de enero de 2021
LA
TORMENTA AMAINA CON LA ADVERSIDAD
Gilberto
Montalvo Jiménez
Las
amistades verdaderas se construyen en acero dentro de la controversia y el
combate ideológico con el florete de los caballeros y jamás con la puñalada espaldera
de los traidores.
Tuve
una relación extraña con Jorge Eliécer Orozco la que él definió en un programa de Televisión con
Manuel Gómez “peleas de novios”. Nuestra amistad iba y venía con altibajos y de
seguro hubo momentos de agite que no perturbaron sobre todo el respeto mutuo
edificado en disciplinas similares aunque distantes a kilómetros de coincidir
en ciertos termas neurálgicos para la región. Tuvimos dos ópticas distintas en el ejercicio del periodismo de opinión,
aseguramos estilos diferentes en las crónicas, los ensayos o los reportajes
aunque siempre nos unió el amor por esta región que es tan mía como lo fue de él.
Nos
acercó desde el primer momento que nos conocimos un amor irreductible por la
música en donde nunca tuvimos diferencias, conservo muchas de sus grabaciones que disfrutaba
gracias a la generosidad de su hijo Fabián que le alcahueteaba horas
interminables en un estudio de grabación para recrearnos con resultados de
primera línea.
Nunca
trabajé a su lado aunque tuvo una deferencia contada por Carlos Silva Mejía,
hace muchos años, que su deseo ferviente era estar con los dos en su cabina.
Detalle que agradecí, aunque mejor así porque cómo habría sido el incendio
permanente en su sala de redacción.
Quiero
hacer una parada central para rescatar la faceta más sobresaliente de Jorge: Su
solidaridad. Cuando podía servir jamás se detuvo a hacerlo sin mirar a quién o
por qué. Nunca se negó a un llamado en ese sentido y seguramente se lo propuso por
su manera de ser forjada en las
dificultades desde su primera juventud en medio del reto para volverse un buen
ciudadano.
Su
sentido del humor no tenía barreras, bueno para el cuento fino y también para
los chascarrillos y tenía una virtud reservada solo a los seres humanos
inteligentes, repentismo.
Jorge
fue un personaje alucinante para muchos y son muchos de los que fue un amigo imprescindible y seguro para
otros que no lo conocieron bien seguirá siendo al que no resisten porque logró
un sitial superlativo en esta sociedad sin el permiso de nadie y con sus
propias agallas.
En
mi caso no eludí el debate con Jorge porque habría sido cómodo instalarme a su
lado a defender ciertas causas que por circunstancias ajenas se vio asaltado en
su buena fe las que tuvo el coraje de admitir públicamente que se había
equivocado al auspiciar algunas administraciones de Armenia y del Quindío,
actitud que avaló su decencia e higiene mental lo que solo está reservado para las almas nobles.
Jorge
vivió la vida intensamente, de buen gusto en todo, en la escogencia de quienes
estarían ligados a su vida; primero Miriam que le dio sus dos hijos del alma y
luego Luz Helena que le ayudó a su proyección profesional y capturó su
humanidad durante todo el tiempo que lo acompañó sin nada más que amor y
respeto; buen vestir, buenas viandas, extensos viajes, buenas lecturas, incluso
me enteré de primera mano que sabía escoger a sus contradictores.
Nota sobresaliente, buen hijo y excelente hermano. Quedan Jaime y Marleny que pueden dar fe.
Muchas las enseñanzas de Jelod, el amor por su tierra que nació desde que vio la luz aquel lejano 1 de agosto de 1945 y que siguió con el micrófono en mano y libreta de apuntes hasta que le llegó el clímax de la felicidad al culminar todo un proceso, del que fue notario de primera línea, para la creación de nuestro departamento.
Admitimos errores conjuntos, llegamos a la conclusión que muchas veces las percepciones políticas nos alejan y encontramos que lo mejor era estar en paz lo que ocurrió hasta que este 25 de enero partió dejando dolor por una ausencia que no se podrá llenar. Entendí que por más violenta que sea la tormenta amaina con la adversidad.