LA CALLE REAL... CATORCE AÑOS SIN GONZALO URIBE ARISTIZÁBAL
LA CALLE REAL
Armenia, junio 24 de 2023
Gonzalo Uribe Aristizábal
CATORCE AÑOS SIN GONZALO URIBE
Gilberto Montalvo
Jiménez
Y se fue Gonzalo Uribe Aristizábal un
24 de junio de 2009 sin dársele nada, estaba tranquilo en un momento de
plenitud de su vida sin atafagos ni premuras con solo 54 años y cuando meditaba
sereno en su casa paterna de toda la vida.
Tenía un gran corazón el mismo que le
falló esa mañana sin contemplaciones y que lo dejó en medio de muchos sueños y
de seguro con más aportes pendientes para su comunidad.
Gonzalo fue el motor de su familia y
no pudo soportar la angustia de haber perdido en unos pocos meses a su
padre Luis Ángel y a su madre Soledad con quienes convivió toda la vida, a
quienes quiso con extremo amor filial.
Quienes le conocimos supimos que
Gonzalo había recibido un mazazo en su corazón con la pérdida de sus más
queridos seres. No pudo soportarlo.
Fue líder natural en La Tebaida natal
donde lo eligieron como su primer alcalde por decisión popular, lo intentó en
una segunda oportunidad, pero pese a las múltiples advertencias de sus
cercanos, fue derrotado por Idermán Londoño, su compañero de viejas andanzas en
esa izquierda romántica de los setentas.
Gonzalo era por naturaleza bonachón,
desprendido y un excelente periodista, recursivo como el que más lo que en
ocasiones, dada su acuciosidad, le hizo pasar malos momentos como cuando en un
arrebato de arrojo periodístico decidió aceptar al entonces capo Carlos Lehder
Rivas, una invitación a Tranquilandia, el máximo emporio de procesamiento de
drogas del mundo, para la época, en plena selva entre los departamentos de Meta
y Caquetá con el propósito de realizar una entrevista para el
periódico La Patria del cual era su coordinador para el Quindío.
Cuando estaba con el narcotraficante
sobrevolaron los aviones de la Fuerza Aérea y Uribe salió así como llegó sin la
entrevista y con la ansiada espera en Armenia de Rosso José Serrano, entonces
coronel y comandante del departamento de policía Quindío, para que en una
comedida detención le revelara detalles de su viaje al corazón de los intereses
de Pablo Escobar, los hermanos Ochoa Vásquez, Gonzalo Rodríguez Gacha y el
propio Lehder que se había metido en la clandestinidad para evitar su segura
extradición. Por supuesto que Gonzalo no reveló absolutamente nada porque estaba
en el cumplimiento sagrado de su deber de informar.
Fui muy cercano a Gonzalo, tal vez el
periodista con quien más años trabajó en diferentes medios de comunicación y
siempre tuve de él confianza y apoyo en las labores que por azares del destino
tuve la fortuna de que me tuviera como su director, tiempo que
aproveché para conocerlo a fondo, formarme la mejor impresión de su
solidaridad y sobretodo su probada transparencia y honestidad
que conservó toda la vida y dejó como legado a la sociedad, a su
hermano y hermanas.
Pese a las discusiones civilizadas en
torno a la participación de los periodistas en política electoral y de la cual
me he apartado de manera contundente y que no comparto, le respeté
sus decisiones no interferí jamás en ellas como cuando por
ejemplo hizo parte del carrielismo, de buena fe, lo que le permitió
ser representante a la cámara. En las diferencias generábamos respeto.
Gonzalo Uribe, como algo exótico en
este país de politiqueros tramposos que se roban el erario y protegen
la corrupción, fue un periodista honesto y un político transparente. De eso
nunca ha habido, esto honra su memoria.
Fue un amigo incondicional de la
revolución cubana y admirador ferviente de Fidel lo que le inclinó a no
perderse todas las noches en su vieja grabadora Sony los programas de Radio
Habana Cuba los mismos que grababa y guardaba como tesoro.
Disfrutaba de las fiestas familiares
y participaba en bailes donde no podían faltar para su placer Gustavo Quintero
y Rodolfo Aicardi, sus preferidos, porque de ahí no pasaban sus conocimientos
musicales, con estos le sobraba para pegarle a la baldosa con su corpulenta
presencia.
Después de haber caminado juntos en
muchas circunstancias durante más de treinta años y acompañarnos, más en las
malas que en las buenas, tuve el infortunio de no estar el día de su
fallecimiento porque con anterioridad me comprometí en un periodo de
vacaciones fuera del país, mi dolor se hizo más grande porque Gonzalo Uribe
Aristizábal era mi mano derecha en la oficina de comunicaciones
de la gobernación del departamento cuando la muerte lo sorprendió.
El peor de los castigos a un ser
humano es el olvido, yo no he olvidado a Gonzalo porque se ganó un puesto de
privilegio en mi vida.