LA CALLE REAL
Recuerdos
musicales
Abril 5
de 2025
Eloiza Eneida Menezes Paes Pinto
LA
CHICA DE IPANEMA
Gilberto Montalvo
Jiménez
Cuando
a comienzos de los sesentas dos inmensos talentos se juntaron para la creación
de la Garota de
Ipanema no se oteaba en el horizonte que fuese a convertir en la bossa nova
más famosa de la tierra de la buena música, la universal sin par, la del
inmenso Brasil.
Y
no podía ser para menos porque el poeta terrígeno Vinicius de Moraes, a quien
tanto le debe la buena rima carioca y el trepidante Antonio Carlos Jobin
unieron sus musas para dar creación a la infinita cadencia de uno de los temas
más universales de la música del mundo. Bossa nova ecuménica.
Ver
pasar diariamente camino del mar a la exuberante Heloíza Eneida Menezes Paes
Pinto fue apenas suficiente para dar rienda a la creatividad de estos dos monumentos del arte del Brasil quienes
con sencillez de suave melodía
nostálgica y versos sencillos de
magistral sentido legaron al buen gusto toda la emoción en tan singular creación. Rúbrica
y signatura de Vinicius y Jobin.
Cuando
Joao Gilberto se unió con su intenso
amor Astrud para poner sus voces
armónicas y melodiosas en beneficio de la audición de los iniciados se
le dio el ritual necesario para que la bossa nova más escuchada se fuera por los caminos sin retorno del buen
gusto.
Más
de mil grabaciones por los más destacados intérpretes en todos los idiomas con
arreglos en diferentes ritmos, pero sin perder su esencia, La Chica de Ipanema se
constituye en esos paradigmas que sin mucho esfuerzo van quedando de generación
en generación como testimonio del arte convertido en leyenda.
Muchas
discusiones sobre los mejores intérpretes de la Chica son alebrestados
rifirrafes porque cada uno ha sabido ponerle su sello especial. El viejo de los
ojos azules, Sinatra, hizo una finísima versión solo comparable con la de Sammy
Davis Jr ;Caetano Veloso, con su acaramelado seseo de inmensa calidad le dio
vida descomunal por su manera de decirla. Madonna el volcán arrebatado la ha
llevado a sus conciertos con alma soberbia y qué decir de Ella Fitzgerald, la
dómina del jazz y el blues, en madura etapa de su elocuencia indiscutible.
Es
menester en esta remembranza evocar a Amy Winehouse, la diosa del soul, quien se fue
muy temprano sin pedir permiso aquejada por la melancolía de los excesos a sus
escasos 27 años, no podía negársele crédito a su versión de la Chica de Ipanema porque en
su legado póstumo en un trabajo discográfico de sello preferencial la incluyó como testimonio viviente de que
esta bossa nova permanece sin límites de
edades, tiempos, gracias o talentos.
La
versión de Amy sigue escuchándose con atención porque la estrecha relación de
la bohemia de los bares del Candem de Londres le dieron a esta estrella furtiva
la posibilidad de recrear a Vinicius y Jobin con estilo incomparable.
En
sus tesoros escondidos póstumos no podía faltar La Chica de Ipanema.
Buenos
son los recuerdos cuando de música se trata