DIEZ AÑOS SIN GONZALO URIBE
LA CALLE REAL
Armenia,
junio 24 de 2019
Gonzalo Uribe Aristizábal
DIEZ
AÑOS SIN GONZALO URIBE
Gilberto Montalvo Jiménez
Y se
fue Gonzalo Uribe Aristizábal un 24 de junio de 2009 sin dársele nada, estaba
tranquilo en un momento de plenitud de su vida sin atafagos ni premuras con
solo 54 años y cuando meditaba sereno en su casa paterna de toda la vida.
Tenía
un gran corazón el mismo que le falló esa mañana sin contemplaciones y que lo
dejó en medio de muchos sueños y de seguro con
más aportes pendientes para su comunidad.
Gonzalo
fue el motor de su familia y no pudo soportar la angustia de haber perdido en
unos pocos meses a su padre Luis Ángel y a su madre Soledad con quienes convivió
toda la vida, a quienes quiso con extremo amor filial.
Quienes
le conocimos supimos que Gonzalo había recibido un mazazo en su corazón con la
pérdida de sus más queridos seres. No pudo soportarlo.
Fue
líder natural en La Tebaida natal donde lo eligieron como su primer alcalde por
decisión popular, lo intentó en una segunda oportunidad, pero pese a las
múltiples advertencias de sus cercanos, fue derrotado por Idermán Londoño, su
compañero de viejas andanzas en esa izquierda romántica de los setentas.
Gonzalo
era por naturaleza bonachón, desprendido y un excelente periodista, recursivo
como el que más lo que en ocasiones, dada su acuciosidad, le hizo pasar malos
momentos como cuando en un arrebato de arrojo periodístico decidió aceptar al
entonces capo Carlos Lehder Rivas, una invitación a Tranquilandia, el máximo
emporio de procesamiento de drogas del mundo, para la época, en plena selva
entre los departamentos de Meta y Caquetá con el propósito de realizar una entrevista para el periódico La Patria del
cual era su coordinador para el Quindío.
Cuando
estaba con el narcotraficante sobrevolaron los aviones de la Fuerza Aérea y
Uribe salió así como llegó sin la entrevista y con la ansiada espera en Armenia
de Rosso José Serrano, entonces coronel y comandante del departamento de policía
Quindío, para que en una comedida detención le revelara detalles de su viaje al
corazón de los intereses de Pablo Escobar, los hermanos Ochoa Vásquez, Gonzalo Rodríguez
Gacha y el propio Lehder que se había metido en la clandestinidad para evitar
su segura extradición. Por supuesto que Gonzalo no reveló absolutamente nada porque
estaba en el cumplimiento sagrado de su deber de informar.
Fui
muy cercano a Gonzalo, tal vez el periodista con quien más años trabajó en
diferentes medios de comunicación y siempre me brindó confianza y apoyo en las
labores que por azares del destino tuve la fortuna de ser su director, tiempo que
aproveché para conocerlo a fondo, formarme la mejor impresión de su
solidaridad y sobre todo su probada
transparencia y honestidad que conservó toda la vida y dejó como legado a la sociedad, a su hermano
y hermanas.
Pese
a las discusiones civilizadas en torno a la participación de los periodistas en
política electoral y de la cual me he apartado de manera contundente y que no comparto, le respeté sus decisiones no
interferí jamás en ellas como cuando por
ejemplo hizo parte del carrielismo, de
buena fe, lo que le permitió ser representante a la cámara. En las diferencias generábamos
respeto.
Gonzalo
Uribe, como algo exótico en este país de politiqueros tramposos que se roban el erario y protegen la
corrupción, fue un periodista honesto y un político transparente. De eso nunca
ha habido, esto honra su memoria.
Fue
un amigo incondicional de la revolución cubana y admirador ferviente de Fidel
lo que le inclinó a no perderse todas las noches en su vieja grabadora Sony los
programas de Radio Habana Cuba los mismos que grababa y guardaba como tesoro.
Disfrutaba
de las fiestas familiares y participaba en bailes donde no podían faltar para su
placer Gustavo Quintero y Rodolfo Aicardi, sus preferidos, porque de ahí no
pasaban sus conocimientos musicales, con estos le sobraba para pegarle a la
baldosa con su corpulenta presencia.
Después
de haber caminado juntos en muchas circunstancias durante más de treinta años y
acompañarnos, más en las malas que en las buenas, tuve el infortunio de no estar el día de su fallecimiento
porque con anterioridad me comprometí en
un periodo de vacaciones fuera del país, mi dolor se hizo más grande porque
Gonzalo Uribe Aristizábal era mi mano derecha en la oficina de comunicaciones
de la gobernación del departamento
cuando la muerte lo sorprendió.
El
peor de los castigos a un ser humano es el olvido, yo no he olvidado a Gonzalo
porque se ganó un puesto de privilegio en mi vida.