VIDA DE UN ESCRITOR
31 de
Octubre de 2025….109 años del nacimiento de CARMELINA SOTO
(0CTUBRE 31 DE 1916 MARZO 18 DE 1994)
Carmelina Soto
Gilberto Montalvo Jiménez
Por aquellas calendas del centenario de Armenia el
alcalde Fabio Arias Vélez y su grupo cultural decidió imponer la Violeta de Oro
a la poeta Carmelina Soto Valencia.
La Violeta de Oro tiene un reconocimiento desde la
Francia del siglo 19 y asumida por los catalanes cuando a los mejores
bardos se les difundía su trabajo lirico en una publicación del mismo nombre.
Tiempos después se institucionalizó como una
distinción en reconocimiento a los grandes vates y en Armenia se retomó la
costumbre la cual duró poco.
Recibieron esta distinción también los poetas Jairo
Baena Quintero y Alfonso Osorio Carvajal.
Se tenía el temor, dada la irreverencia de
Carmelina y su inclinación ferviente de no aceptar lisonjas ni reconocimientos,
que rechazara el homenaje, como en efecto sucedió.
Sin embargo, el jefe de turismo y cultura de la
época Luis Fernando Ramírez Echeverry y su asesor Jhon Jaramillo Ramírez,
conociendo mi cercanía con la poeta me encomendaron de manera casi ordenanzal
que debía convencerla.
Acudí como siempre lo hacía a uno de nuestros
encuentros y en medio de disquisiciones largas y argumentaciones de peso sobre
su valía y lo que podría considerarse como un desaire para con su ciudad
en el Centenario, aceptó.
Frente a su poema 'A mi Ciudad', esculpido en
bronce en el Parque Sucre, el 14 de octubre de 1989 el pecho
enhiesto de Carmelina Soto recibió de manos de Fabio Arias la, en ese momento
ya, indeclinable distinción.
Carmelina honró la Violeta de Oro.
Carmelina era la tierra, Carmelina era Armenia, lo
terrígeno, el amor, el grito desgarrador.
Para Carmelina Armenia era su todo.
Su educación de normalista en Manizales le dio las
puntadas iníciales a una formación universal que le permitió los elementos
básicos para emprender un camino de lírica que la encumbró a las más altas
élites culturales del continente americano.
CARMELINA AUDITORA.
No pudiésemos imaginarnos a la grande poeta, a la
ensayista de encanto, metida en los anaqueles de la Biblioteca Nacional de
Colombia auditando frías cifras.
Tal vez fue una excusa para permanecer en medio de
los libros auncuando su menester oficial era el auditaje de la cuentas. Vaya
paradoja.
Cuando su madurez intelectual le permitía recrear
sus poemas y su prosa de encumbrado acento se conoció a Carmelina bolivariana y
llegó Un Centauro Llamado Bolívar.
Vena de historiadora crítica en la lírica al
mejor estilo del gran maestro Jaime Jaramillo Uribe. Le dieron contexto
sociológico a la historia y la apartaron con la crítica de los dogmas.
Bolivariana reflexiva sin genuflexiones ante el
ídolo, Lo aterrizó y lo volvió mortal.
Carmelina era purista al extremo. Una frase en su
sitio y con la sintaxis y el ritmo adecuado entrelazando versos singulares en
espacios circundados por la elegancia.
Tuve el privilegio de compartir largas charlas con
Carmelina en su apartamento de la carrera 17 entre calles 17 y 18 en los altos
en donde todavía existe el almacén Don Mario.
Llegaba estoica y ponía en una pequeña mesa de
centro adornada por flores una botella de vino y venga la erudición de la
maestra en marcha.
Un día abordamos una conversación que propuse sobre
su obra Campanas del Alba y meditabunda sonreía para acelerar la vergüenza que
le daban ciertos versos de su autoría en aquella época. “no quiero verlos
porque me hacen sonrojar”, aducía.
Lo que ocurría es que había llegado tal alto de la
perfección con su técnica y contenido que ahora la parecían flojos
unos inmensos poemas de la década del 40. Esa era Carmelina, honrada
intelectualmente hasta los tuétanos.
Recuerdo que para la época circulaba el semanario
Meridiano del Quindío con la dirección de Evelio Henao Ospina, culto y
disciplinado hombre de leyes y de letras.
Fui su jefe de redacción…y otro encargo. “Búscate a
Carmelina y pídele que nos ayude con una columna semanal” dijo el director.
Obediente con cierta cautela acudí ante la inmensa
poeta.
Aunque el periódico era de orientación conservadora
tenía en su haber columnistas de diferentes disciplinas intelectuales y
políticas por lo que Carmelina aceptó. Cada ocho días iba sagradamente a su
apartamento a recibir las dos cuartillas escritas en su vieja máquina Olivetti.
Prosa deliciosa, crítica y muchas veces
desgarradora. Pensaba en avanzada, protestaba sobre las inequidades.
En el acto de presentación del libro Huellas del
Centenario estaba Libia Zuleta, la periodista que se convirtió en su depositaria
por escritura pública de su obra inédita. Libia tampoco está hoy con nosotros.
Carmelina era experta en la Nada. Estoica y
agnóstica.
No perteneció al movimiento de los años sesenta con
Gonzalo Arango, X504, Jota Mario Arbeláez, Elmo Valencia o Pablus Gallinazus.
La Nada de Carmelina era elucubrante, viva,
sentida. Podríamos afirmar que fue nihilista.
Discípula del verdadero creador del existencialismo
Soren Kierkegaard hizo de la nada la ennoblecida capacidad para recrear lo
concreto.
Fue de cabecera Kierkegaard el danés que influyó en
Sartre e incluso en Dostoievski. La nada de Carmelina se sentía en sus poemas.
Carmelina se formó en los momentos fulgurantes de
los Piedracielistas (1939) pero jamás tuvo influencia en su poesía de estos
grandes de la lírica nacional.
Guillermo Valencia, Eduardo Carranza, Camacho
Ramírez eran el oráculo, con razón, de la poesía moderna. Carmelina marcó
distancia en el estilo aunque no hay duda de que los tuvo como consejeros
intelectuales a través de sus libros.
LA HUELLA DEL CENTENARIO
El libro histórico de Carmelina Soto Valencia.
Echó mano de su capacidad de libretista de radio
para a través de este estilo de prosa depurada mezclada con lírica poética para
reseñar las gestas de los fundadores de la Armenia de sus amores.
Sus libretos no tuvieron audiencia para la época
del Centenario y fue, mucho tiempo después, 23 años a lo sumo, que la
perseverancia de Libia Zuleta puso al alcance de todos una magistral obra.
Historiadora del detalle, los comportamientos
sicológicos de los colonizadores, el paisaje agreste, todo hilvanado con
sutileza de cirujana en sala de quirurgia. Donosura, ritmo, musicalidad.
A pesar de su agnosticismo Carmelina recrea con
magistrales toques una semana santa de la época con todos los detalles porque
notariaba para todos las creencias y la fe de los fundadores y sus familias y
las de los primeros pobladores.
No se necesita ser ni apóstata ni fiel para que un
buen escritor pinte con su pluma cualquier estampa.
Carmelina fue llamada la poeta de América,
respetada por todos sus pares. Hoy en encuentros de poetas está inmanente la
presencia de esta cuyabra de tonos mayores.
Carmelina hacía de lo increíble lo creíble, jamás
hizo nada por encargo.
Carmelina dominaba el idioma, tenía pureza al
hablar y sobre todo era confiable, buena amiga, límpida y profunda.
Maestra por antonomasia su silueta al frente de su
viejo Volkswagen jamás se borrará de la mente de quienes la conocimos y amamos.
LA SOLEDAD DE CARMELINA
Carmelina aunque tenía muchos amigos vivía en la
soledad, la misma que se autoimpuso. Nada le hacía falta porque estaba en paz
con todo. Taciturna, tierna en veces y airada en otras, disfrutó ese encuentro
con su nada un 18 de marzo de 1994.
Era tal su purismo al escribir que me confió que
demoró diez años, botando aquí, señalando allá, tachando acullá para producir
uno de sus más grandes poemas de amor:
LA CARTA
No he muerto.
Vivo!
Vivir es maravilloso
(Puede ser hasta inútil, pero es bello)
Es ocupar un sitio bajo el sol…
Un sitio…
Y esto del sitio bajo el sol no es poco.
Vivir es una pasión.
Una pasión tremenda.
Toda ilusión se pierde, se abate, se diluye.
Solo el hambre y la sed de vivir no acompañan.
Llama voraz, sedienta inútil.
Única ilusión.
Única lámpara
de nuestra noche irreductible.
En el naufragio…solo su latido…
En la noche su flama turbadora.
Su fuerza. Su posibilidad definitiva.
Crucial. Única.
Vivo!
Esta verdad me exalta y me conturba.
Es septiembre…y yo…vivo.
Porque vivir no es solamente el hecho
de tener un amigo o un hermano
Ni haber el pan con nuestro sacrificio.
Vivir es un esfuerzo apasionado.
Arduo fuego. Brutal ejercicio.
Vivir no es solo la palabra: Vivo.
Ni el pequeño rencor de cada instante.
Ni haber el trigo sin claudicaciones.
Ni sufrir el oprobio con paciencia.
Vivir es muy distinto.
Es sentir la certeza, la confianza,
El ejercicio, la vigencia irrevocable,
La fuerza activa de ser
En acto puro…unísono…inefable.
Sentir el aletazo en flamas
De nuestra propia sangre vengativa
en nuestro corazón indefenso.
Arder…en suma
y dejar que la llama nos consuma.
Y resistirlo con valor,
Con dignidad y con dolor,
con sed, con ansia, con ternura
con amor,
con denuedo
y… y… con miedo.
Puede ser todo esto
o algo más o algo menos.
Puede ser nuestro grito frustrado,
repetido, perdido sin sentido.
No importa!
Sólo importa estar vivo
En cada instante, en cada movimiento.
(Acto vital de júbilo y lamento)
P.D.
Te recuerdo.
No haz muerto. Qué alegría!
Sientes el son del tiempo,
Sobre la piel la mordedura fresca,
en la raíz del ser su sedimento,
su rasguño infalible?
Te recuerdo!
Te recuerdo!
Sufres? Trabajas? Te entristeces?
Te recuerdo.
Yo pienso en ti y me pasa por la mente
como una nube grande el pensamiento.
(Nadie puede sentir lo que yo siento)
Vives
Esta sola palabra me conforta.
Ah…Y no me olvides
Que estoy aun sobre la tierra hermosa.